El acoso escolar afecta emocional y físicamente a cualquier joven que es víctima de insultos y maltratos. Especialmente sí los adultos incitan este tipo de actos como el caso de un joven de 16 años de San Felipe, estado Yaracuy, quien a los 12 sufrió una úlcera duodenal que desencadenó en una hemorragia gástrica.
El 2001 conversó con la madre del menor de edad, Elisa Criollo, y se conoció que la directiva del colegio Manuel Cedeño en San Felipe formó parte del grupo agresor del pequeño, que sufre de déficit de atención y concentración, lo que lo volvió el centro de burla no solo de sus compañeros también de los adultos que debían estar a cargo de él en horas académicas.
Criollo detalló que su hijo entró en la Manuel Cedeño para cursar su quinto grado y el trato fue bueno, pero luego de que la mujer participara en una reunión de representantes y expusiera el caso de una niña que sufrió bullying y la escuela no procedió, su hijo fue el blanco de docentes y estudiantes, quienes de manera despectiva lo llamaban “el enfermo” cuando comenzó a cursar el primer año de bachillerato.
Abusos
La víctima sufría ataques no solo psicológicamente sino verbal y físicamente. Al joven de 12 años le rompían sus láminas de trabajo y cuadernos, le robaban objetos personales e incluso en una oportunidad lo tildaron de ladrón al involucrarlo en un robo.
Debido al acoso, la víctima comenzó a reprimir su situación, lo que empeoró su estado de salud y le provocó una úlcera duodenal que posteriormente se convirtió en una hemorragia gástrica.
Los padres de la víctima empiezan el proceso fiscal una vez que la directiva del colegio puso al menor de edad al escarnio público.
Ante esto aseguran que el caso no se tomó en cuenta porque los dueños del colegio son “personas de mucha influencia”.
El caso lo lleva la fiscalía 8va del Estado y quedaron imputadas Beatriz Mendoza, Yaneth Sanz, Marlene Araujo y Luz Marina Martínez por Trato Cruel y Comisión.
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