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De los 80 llega una historia "criminal"

Domingo, 19 de febrero de 2017 a las 08:00 pm
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Daniela Zarzalejo | [email protected]

La delincuencia organizada en Venezuela tiene antecedentes más antiguos de lo que se cree. La banda “Los 8-6” era la más grande del país y de Latinoamérica para los años 80, cuando las zonas de Cotiza, Candelaria, San Bernardino y Fuerzas Armadas fueron cubiertas de drogas, armas y crímenes.

La historia dio pie para desarrollar un filme, con el mismo nombre del grupo, basado en los delitos cometidos entre 1981 y 1992. “Los 8-6”, desarrollada en el género de acción, cuenta la forma en que los numerosos integrantes lograron encabezar las listas de los más buscados en Venezuela.

“El Chino” y “Cachito” son dos hermanos, líderes de la banda. Centrados y enfocados en conseguir su objetivo, tenían voz de mando junto con estrategias que los ayudaban a saber cómo delinquir capitalizando el negocio de las drogas. La estructura del grupo era piramidal y con los años se fue expandiendo en el número de miembros.

El resultado final, según su productor Thomas Piedra, rescata los hechos más importantes de la banda, así como los rasgos de los integrantes y el papel de cada uno para poner a funcionar una de las fuentes criminales que da más dinero en el mundo: el negocio de las drogas. “Pienso que logramos algo muy bueno, y que aunque tuvimos inconvenientes en el camino, supimos evitarlos”, afirmó.

El proceso no fue fácil ni tampoco corto. Cuatro años fueron necesarios para que Thomas consolidara la idea de producir el relato; y después de conversaciones con expertos, viajes al exterior y una ardua investigación, finalmente le dio “play”.

“Yo empecé el proyecto a mediados de 2012. Estuve pensando en cómo se puede mejorar el género en el país y caí en cuenta de que se puede contar una historia muy interesante que además viví muy de cerca porque me crié en la zona de La Candelaria”, contó.

El director del largometraje Javier Mujica apoyó el proyecto desde el primer momento. Lo que se demostró cuando aceptó dirigir su primera pieza.

“Se lo leí a Javier y dijo ‘chamo, aquí hay un producto’. Luego de tener estas respuestas empezamos a escribir el guion”, continuó Piedra.

Después de ese período, llegó el momento de la filmación. Haber traído de vuelta los años 80 a las avenidas y calles de Caracas fue una tarea complicada que el equipo de producción quiso asumir sin “peros”.

Las antenas de cableoperadoras, el transporte público, los modelos de carros y hasta la propaganda política que cubre las paredes y postes, quisieron impedir que se mostrara la época tal y como era.

Película de “malandros”. Hacer una película sobre la delincuencia en Venezuela, enfocada desde cualquier ángulo, puede caer en el terreno de la comodidad. El cine nacional, desde hace muchos años, ha sido conocido por tratar esos temas de criminalidad que, aunque para parte del público serán trillados, para la otra mitad, siempre tendrán algo nuevo que aportar a la pantalla.

Piedra aseguró que a estas películas las catalogan siempre como “película de malandros”. Pero apuntó que el género de “malandros” no existe, y que es un filme completamente de acción.

Considera que es riesgoso volver a pisar ese terreno, pero señaló que “si en Hollywood siguen haciendo películas de terrorismo, y en Colombia y México sobre narcotráfico, ¿por qué en Venezuela no se puede seguir con la misma temática?”.

A su juicio, el cine es un medio de comunicación ca-paz de reflejar las realidades, con trazos ficticios, que se viven y acrecientan en el país. “Nosotros tenemos esta problemática social y yo pienso que el cine debe contar historias olvidadas. Por la época o el momento en el que se gestó la banda, como no eran potentes los medios ni el Internet, esto pasó por debajo de la mesa”, agregó.

Además de Piedra, Carlos León y David Da Silva producen la película.

El elenco está conformado por: Ernesto Ceballos, Martha Tarazona, Laureano Olivares, Malena González y Carlos “Nigga” Madera.

El cine necesita acuerdos y respeto

Para Thomas Piedra, el cine venezolano necesita más compromiso y respeto al trabajo que se realiza. Dejando a un lado los obstáculos financieros que se pueden presentar, estos dos pilares son fundamentales para crear una industria en el país.

“Nosotros todavía no tenemos una industria de cine. Hacemos algo amateur, y eso tiene que cambiar”, dijo.

“Tenemos que dejar de lado los intereses personales y salir a hacer buen cine. Aquí todavía hay personas que quieren avanzar y eso se agradece”, destacó.

Sin embargo, eso no lo es todo. La crisis económica de Venezuela también tocó las puertas del séptimo arte nacional.

El Centro Nacional Autónomo de Cinematografía es el organismo encargado de financiar los proyectos audiovisuales que requieran apoyo. Pero Piedra asegura que eso ya no es así. “Hacer cine actualmente es tan difícil como hacer mercado. No hay un control”, dijo.

Lo positivo. Piedra rescata la creación de una Academia de Cine, que reúne a los cineastas para tener un control de las películas que irán al exterior a participar en los festivales internacionales.
“Tiene poco tiempo de creada pero estamos contentos por lo que pasará”, concluyó.