Anyela Torres [email protected]
La alarma del cierre de puertas es su señal de inicio, un instrumento en mano y una gran sonrisa los acompañan durante las travesías subterráneas diarias, en las que exponen su talento ante un público que los desconoce y viene cargado de responsabilidades y quehaceres. Pero ellos apuestan a sí mismos, se arriesgan a ser criticados, ignorados o expulsados del sistema de transporte, todo con tal de colectar fondos para hacer realidad sus sueños: ser artistas.
De vagón en vagón recorren la ciudad entera o tramos largos de ella. A su paso dejan aplausos, bullas y hasta consiguen que dos desconocidos se miren y sonrían; algunos lo logran con canciones, improvisaciones libres o actos de magia.
Por unos es visto como mendicidad, pero para quienes se dedican a ello es arte y cultura; dicen ser artistas y su escenario es el Metro de Caracas.
Granitos de arena. Víctor Hernández canta en el Metro desde el año 2007. Asegura que se dedica a ello para hacer fondos que le permitan costear sus gastos de grabación, financiar sus shows o cualquier proyecto que le beneficie como artista.
“De hecho, con ello también pagué mis estudios universitarios, estudié Comunicación Social en la Universidad Santa María, también pagué los cursos de música que hice. Soy productor audiovisual de medios y todo esto lo pagué con lo que colectaba en el Metro”, dijo.
Meisón, otro cantante, explica que el Metro de Caracas es como una escuela para él. “La gente se comunica, se ve cuando les gusta lo que hacemos y cuando no. Obviamente queremos cantar en otros lugares, pero entendemos que el país atraviesa una situación complicada, en la que el artista se las ve “negras”, porque no solo basta tener el talento, sino contar con mucho dinero o un patrocinante que te invierta, y eso no a todos nos sale; así que con lo que ganamos aquí podemos irnos superando poco a poco”, expresó.
Profesionales. Pero Víctor Hernández no es el único cantante con profesión, pues durante el recorrido y las entrevistas realizadas se pudo constatar que la mayoría de los músicos estudiaron o estudian una carrera universitaria.
Periodistas, contadores, educadores, abogados y psicólogos son sólo algunos de ellos.
Ganancias. “Yo estudié Psicología en la Universidad Central de Venezuela, ejercí por un año, pero hay que ser sinceros: con un solo ingreso no se puede vivir hoy en día. Cantar en el Metro da chance de hacer otro negocio y tener más entradas”, dijo Arturo Pereira.
Muchas personas señalan que con esta actividad se pueden obtener cantidades considerables de dinero; sin embargo, los músicos lo refutan y aseguran que las ganancias no son mayores a 7 u 8 mil bolívares por día. “¿Eso nos alcanza para qué? ¿Un kilo de azúcar?”, cuestionó Brayan Hernández.
Opresión. El único factor negativo de este oficio, según señalan los músicos entrevistados, es que los funcionarios policiales no les permiten desempeñarla. Señalan que en ocasiones les quitan o dañan los instrumentos, sus pertenencias e incluso le piden sus ganancias a cambio de no llevárselos detenidos.
Cabe destacar que al igual que la buhonería y la mendicidad, esta actividad, aunque aparente ser recreativa y cultural, también está prohibida hacerla en los vagones.
Arte subterráneo ya no es como antes
Al acceder a la página web de youtube y colocar en el buscador la frase “artistas en el Metro de Caracas”, aparecen numerosos videos de músicos, raperos, personajes como “el pendrive humano” e incluso imitadores de Chávez; cada uno exponía un talento distinto, pero bajo el mismo objetivo.
Sin embargo, la mayoría de estos videos son publicaciones hechas hace uno, cuatro, seis y nueve años. En los mismos puede apreciarse la variedad de instrumentos que utilizaban; desde cuatros, maracas, guitarras acústicas, violines, bandolas, hasta arpas. Pero hoy en día es poco usual coincidir con alguno de ellos, parecen haber sido desplazados por buhoneros o mendigos. Y los pocos que quedan no se arriesgan a llevar instrumentos atípicos o costosos ante la posibilidad de que se los arrebaten.
“Yo dije que no iba a traer más cuatros nuevos, porque los funcionarios de la Policía Nacional ya me han quitado cuatro guitarras. ¿Sabes cuánto cuesta recuperar un instrumento ahorita?”, manifestó.
Por otra parte, Meisón explica que muchos colegas que conocía y también cantaban en el Metro se fueron a Cúcuta en busca de mejores oportunidades artísticas.
Fotos de Richid González
Licencias para entretener viajeros
En otros países, estas expresiones del arte son bien vistas por las autoridades, tanto que incluso se crean convenios con los artistas para que exhiban sus destrezas y reciban aportes monetarios sin inconveniente alguno.
En París, por ejemplo, los músicos del metro representan una tradición bastante antigua. Pero no fue sino desde 1997, cuando se creó una política especial para ellos.
La Espace Métro Accords (EMA) llegó ese año por parte de la compañía Arrendataria Autónoma de los Transportes Parisinos (Ratp, por sus siglas en francés), para seleccionar a los artistas adecuados para exponer su arte en los metros parisinos.
La selección previa se hace con la finalidad de evitar molestias a los pasajeros; por ello es una actividad que no está abierta completamente a todos.
Los músicos que deseen presentarse en los vagones deben audicionar ante un jurado del Espace Métro Accord (EMA). En caso de ser aceptados, reciben una tarjeta identificada con las iniciales EMA, que deben portar para poder interpretar las canciones.
Además, EMA ofrece a los músicos más populares la edición de discos en recopilaciones y la producción en los escenarios del festival de la Isla de Francia.
En chile, recientemente se llevó a cabo el certamen “Músico a un metro”, en el que se seleccionó un total de 60 artistas que obtuvieron su licencia anual para presentarse en estaciones del metro.
De los 60 músicos elegidos, 55 fueron seleccionados por los jueces y los cinco restantes por votación vía web.
El sistema de transporte habilitó algunas estaciones en las que los usuarios podrán disfrutar de los músicos. Cada uno tocará cuatro horas diarias de lunes a viernes que podrán ser en la mañana o en la noche, según su preferencia.