Desde la sede de la Cárcel de Ramo Verde el coordinador nacional del partido Voluntad Popular, Leopoldo López, envió una carta dirigida a todos los trabajadores, conmemorando este jueves el Día Internacional del Trabajador.
Lea la carta completa:
Desde la prisión militar de Ramo Verde, donde me encuentro injustamente preso por una dictadura que pretende silenciar la legítima protesta de los trabajadores a través del chantaje, la persecución judicial y las milicias laborales quiero hacerles llegar mi mensaje de firmeza y acompañamiento en la lucha por sus reivindicaciones que es también nuestra lucha.
El 1° de mayo de 1886, en la ciudad de Chicago, un frente de trabajadores inició una jornada de protestas no violentas por una jornada laboral máxima de 8 horas bajo el lema: “8 horas para el trabajo, 8 horas para el sueño y 8 horas para la familia”. Esta protesta pacífica fue brutalmente reprimida y sus líderes ejecutados. Pero la fuerza de la razón se terminó imponiendo sobre la razón de la fuerza y pocos años después los trabajadores obtuvieron un resonante triunfo cuando la mayoría de las legislaciones del mundo consagraron la jornada de 8 horas y el 1° de mayo pasó a la historia como día de los trabajadores.
Ciento veinte y ocho años después el gobierno de Nicolás Maduro persigue, despide y encarcela a los trabajadores que se niegan a renunciar a sus libertades de asociación, negociación colectiva y protesta como mecanismos para mejorar sus condiciones de vida en medio del estrepitoso fracaso del modelo económico socialista y su legado de inflación, escasez, destrucción del empleo nacional y criminalización de la protesta ciudadana incluyendo la de los trabajadores.
El salario mínimo, aun después del insuficiente aumento anunciado por Maduro, es el más bajo de la región. 85 dólares frente a 487 en Panamá, 300 en Colombia, 338 en Ecuador, 265 en Perú y 171 dólares en Bolivia. Solo en Cuba, donde los trabajadores son lamentablemente una suerte de mano de obra esclava explotada por el Estado cubano, el salario mínimo es menor al de Venezuela (10 dólares).
La escasez sobrepasa el 30 por ciento y los trabajadores y sus familias se ven denigrados a hacer colas y maromas para comprar productos básicos. La inflación en materia de alimentos alcanza la inhumana cifra del 80 por ciento. En los últimos meses, se ha paralizado buena parte del aparato productivo nacional como consecuencia de la falta de divisas que durante años se dedicaron a una expansión insostenible de bienes de consumo importados, en detrimento de la producción nacional. Hoy, la dictadura se burla de los empresarios y trabajadores de la economía nacional con unas promesas de divisas que nunca llegan mientras hay plantas paradas y trabajadores en sus casas.
Es la consecuencia de un modelo económico contrario a la producción y al empleo nacional y adicto a la importaciones que ha servido para comprar la lealtad de gobiernos quienes, a cambio de conseguir mercados para sus productos, están dispuestos a tolerar en Venezuela un régimen autocrático que jamás aceptarían en sus países. No dudo en afirmar por eso que los grandes perdedores del desastre de Maduro han sido los productores y trabajadores venezolanos.
Pero no es solo el pésimo desempeño de la dictadura, lo que debe unirnos en esta lucha. Es ante todo las sistemáticas violaciones a la libertad sindical de los trabajadores venezolanos, en especial de nuestros trabajadores públicos. El derecho a negociar convenciones colectivas en el Estado está en la práctica suspendido y quienes alzan su voz para exigir el cumplimiento de los contratos o el precario estado de las empresas públicas son despedidos, perseguidos y encarcelados. Los representantes de los trabajadores son marginados del diálogo social.
La inmensa mayoría de los trabajadores rechaza la aplicación de un modelo socioeconómico que mantiene confiscadas las libertades políticas y sindicales básicas. Se trata de imponer en Venezuela el modelo chino-cubano: mano de obra barata y sin derechos al servicio del Estado y del capital internacional.
La libertad sindical sólo puede existir en el contexto de un modelo democrático y pluralista de relaciones laborales y en el marco de un Estado Social de Derecho que garantice el pleno ejercicio de todas las libertades públicas y de todos los derechos. La libertad sindical es una quimera cuando se está ante un gobierno que además de ser patrono, es inspector del trabajo, juez, rector electoral y policía y usa todo su poder para aniquilar la autonomía de los sindicatos y ponerlos al servicio del proyecto fracasado.
Estoy convencido que el progreso económico y social de todos los venezolanos sólo es posible lograrlo en un clima libertades públicas y eso pasa necesariamente por la articulación de todas las fuerzas políticas y sociales en un frente común que permita lograr una sustitución de la dictadura encabezada por Nicolás Maduro, por la vía pacífica y constitucional. Los trabajadores y los estudiantes deben ir a la vanguardia de ese frente junto con los partidos políticos.
Hoy quienes creemos y estamos dispuestos a defender la libertad debemos unirnos en una misma lucha. La libertad es indivisible y solo luchando por ella unidos podremos conquistarla. La libertad cuando comienza a desaparecer es cuando mas hace falta, y en Venezuela la carencia de libertades es una realidad que afecta a millones de venezolanos todos los días. Unámonos en un mismo frente, en una misma lucha y en un mismo propósito: que todos los derechos sean para todas las personas, sin exclusiones y sin privilegios.
Leopoldo López
Prisión Militar de Ramo Verde
1 de Mayo de 2014