Ingrid Bravo Balabú | [email protected]
La participación y el rol de la mujer en la sociedad cada día tienen más peso. Luego de años de exigencia y avances en algunas peticiones, la esencia femenina y la sororidad despejan el camino para que cada día haya menos casos de abuso, exclusión, misoginia y machismo.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, 2001 online conversó con cuatro damas que reivindican el empoderamiento y la lucha por una ciudadanía que, además de oportunidades, sea garante de respeto y tolerancia.
Dos activistas y una comunicadora contaron sus experiencias, ahondaron en recuerdos, algunos amargos, y expresaron sin cortapisas ni frases edulcoradas cómo se vive la feminidad actualmente y cuáles son sus peticiones para tener un mejor país.
Prissila Solórzano: tu órgano sexual no define tu género
Prisila Solórzano es una mujer trans. Inició su transición hace 18 años, recién salida de bachillerato, y contó con el apoyo de su familia, razón por la cual el proceso fue más llevadero, pese a que en algún momento cometió el error de automedicarse por desconocimiento. Sin embargo, llegó a una ONG y allí recibió toda la orientación requerida.
Es licenciada en administración, activista por los derechos de la comunidad trans y sostén de su hogar. Cree que uno de los estigmas a eliminar es el de la discriminación y la invisibilidad para ciertos sectores.
“Hace falta leyes, políticas que resguarden a las personas trans, que siguen siendo maltratadas. Es necesario que haya más educación, nosotros no somos extraterrestres, somos seres normales (…) Tu órgano sexual no define tu género”, dijo.
Relató que otro de los problemas que enfrenta el colectivo de personas trans es el rechazo laboral. Muchos no son aceptados en cargos para los que están capacitados porque en el país no está permitido aún el cambio de nombre en los papeles de identidad.
“Ir a buscar empleo es, para muchos, uno de los grandes problemas porque el nombre no va con la identidad, entonces se discrimina, etiqueta. ¿Cómo sobrevives sin trabajo? Entonces toca hacer otras cosas, porque cuando el estómago ruge hay que buscar”, añadió.
Dedica buena parte de su día a las actividades en Caleidoscopio Humano, con el apoyo de la institución puso el acento en una dramática realidad: la trata de mujeres trans como consecuencia de la crisis que afecta a Venezuela.
A su juicio, el empoderamiento y la solidaridad son elementos indispensables. “No podemos discriminarnos entre nosotras las mujeres, todas queremos beneficios, que haya reconocimiento a nuestros derechos”, manifestó.
Loisa Urbina: Han satanizado a la comunidad LGBTI
Loisa Urbina sorprende por la madurez y el énfasis que pone para alzar la voz en nombre de la comunidad LGBTI. La estudiante de comunicación social, quien tiene 23 años de edad, tiene un objetivo claro: erradicar toda forma de exclusión.
Es lesbiana y en más de una ocasión ha sido víctima de segregación por su orientación sexual, pero lejos de amilanarla, ha sacado fuerzas para exigir respeto. “La deuda social con la comunidad es grande, nos han satanizado personas desde sus creencias religiosas, nos agreden por ser distintos. Es la misma sociedad la que te lleva a estereotipos absurdos. ¿Por qué si quiero vestirme de una manera eso habría de influir en el desempeño laboral si lo importante es la capacidad?, manifestó.
Agregó que el arma contra la lesbofobia es la información correcta, en conjunto con campañas de sensibilización y actividades. “Las mujeres tenemos que estar unidas, formar grupos de apoyo, contar con lobby donde podamos expresarnos, que ninguna voz sea acallada”, sentenció la representante de la ONG Desiguales.
Yira Yoyotte: No todas las mujeres nacimos para ser madres
A la periodista Yira Yoyotte la vida “le ha rendido mucho”. Esa frase es su prólogo antes de contar alguna anécdota laboral, académica o sentimental.
Es una de las comunicadoras más reconocidas en el mundo político. Trabajó más de 20 años en la sede del Poder Legislativo, pero antes se desempeñó como reportera de ciudad y sucesos.
Con sagacidad y mucha elocuencia afirmó que la mujer venezolana es admirable por esa capacidad que tiene para reivindicarse, liderar emprendimientos y enfrentar con coraje cualquier reto.
“Aunque no todo es color de rosas. En los últimos años los poderes públicos han sido manejados por mujeres, que lejos de ayudar al género han hecho mucho daño, sus roles han dejado mucho que desear. Por ejemplo, Venezuela desde el año 2000 no tiene un Consejo del Niño, no se han diseñado políticas para combatir los feminicidios, la esclavitud sexual, ni tampoco para apoyar a las mujeres que se han ido caminando por la frontera en busca de un mejor futuro (…) Venezuela está huérfana de una mujer que saque la cara por la familia”, argumentó.
En la vida asumió varios roles: hija, hermana, tía, asesora de comunicaciones, redactora, pero hay uno que no la sedujo “por cobardía”: el de madre. Entre sus planes nunca estuvo tener hijos.
“Siempre me pareció una responsabilidad de tal magnitud y sentí que no estaba a la altura, aunque me gustan los niños y creo en la familia. Fue mi decisión y la asumo con orgullo, no todas las mujeres nacimos para ser madres”.
Recomendó a las mujeres que no pudieron tener hijos dedicar el tiempo a cosas productivas, hacer labor social y apoyar a los más necesitados. “Yo participo en muchas actividades, colaboro en la entrega de medicinas a los enfermos, distribuyo ropa y comida a personas en situación de pobreza, atiendo a mujeres que no saben dónde dar a luz. Nada es más hermoso que saber que un niño se salvó porque pudiste conseguirle el tratamiento”, enfatizó.
Como la esencia es personal, que sea cada mujer la única garante de sus sueños, de pisar fuerte para atraparlos y contar con la fuerza suficiente a fin de cristalizarlos.
2020-03-08
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