2001.com.ve | Luis Rojas Ponce | @Soyluisponce
Alejandro Farías, de 23 años de edad y profesional de la salud bucal, decidió dejar de un lado su profesión para exponerse en chats sexuales y generar ingresos.
“La razón es el dinero, tengo gastos y necesito cubrirlos”, afirma y hace hincapié en que no se está prostituyendo. “Realizo entretenimiento”.
En estas plataformas hay personas de distintas parte del mundo que pagan por conversar o compartir un rato con otra a cambio de dinero. “Muchas veces uno no se desnuda, en ocasiones la gente pide un guiño de ojo, una nalgada o simplemente una sonrisa.
Todo depende del cliente, en otras oportunidades el cliente que te ve mediante la pantalla te pide que te muestres y debes hacerlo”.
Estas transmisiones se realizan en una locación o como le suelen decir los jóvenes “el estudio”, cuenta con luces, cámara y juguetes sexuales. Ellos ganan en dólares y sus jefes depositan el dinero en bolívares al precio que se posicione el dólar paralelo ese día.
Alejandro asegura que en Venezuela el negocio es “medio clandestino”, pero de poco riesgo. “Lo peor es que te vea alguien que te conoce, que te reconozcan, pero no se pone en vulnerabilidad la vida de la persona al estar en una calle, no se tiene contacto presencial con nadie, porque además muchos de nuestros clientes son extranjeros.
Uno no tiene miedo si es peligrosa la persona, si se rompió el preservativo, entre muchas cosas más”, relata.
Como él, varios chamos se “refugian” en el mundo 2.0 para sobrevivir a la “situación país”, incluso hay quienes manejan las redes sociales para promocionar su cuerpo.
En sitios como Twitter, Instragram y Grindr hay perfiles con la descripción de chicos de compañía o scort.
Un joven de 21 años de edad, quien pidió no ser identificado, dijo que era caraqueño y que “realiza las fantasías sexuales que el cliente quiera”.
Cuenta que el costo de su servicio por noche es de Bs 600 mil y que los gastos del hotel los cancela el cliente.
En el perfil de Twitter de este caraqueño se encuentran fotos en donde deja ver sus “virilidad”, que, según él, son atractivas para el público. Añade que entre sus clientes hay mujeres y hombres de cualquier edad. También ofrece servicios para parejas.
En Instagram hay perfiles públicos y privados con “ofertas laborales”. Estos jóvenes suben fotos sexuales y utilizan las etiquetas como publicidad para poder ser encontrados rápidamente en las distintas redes sociales (#Chicos, #Compañia, #Scort”).
2018-01-03