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La cesta básica fue inflada "a la calladita"

Viernes, 11 de noviembre de 2016 a las 08:00 pm
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Anyela torres
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Las largas colas para adquirir alimentos o cualquier producto de primera necesidad aún persisten, y de la mano de ellas subsiste el bachaqueo; un fenómeno contra el cual el Estado intenta luchar desde hace tres años, pero que todavía no ha logrado erradicar; sin embargo, en los últimos meses los rubros importados a precios de mercado internacional han visitado los supermercados, lo cual pone en riesgo las ganancias informales de estos revendedores paralelos.

A simple vista, la aparición de estos alimentos podría significar que el Gobierno está desmontando, paulatinamente, el sistema de control de precios; pero, para los analistas en materia económica, el trasfondo es otro.

No hay para subsidiar. La economista y analista de entorno Anabella Abadi explica que el Estado está trabajando para llenar los anaqueles así sea con artículos más caros.

“Todo bien o servicio que esté entrando por aduana o frontera, accede bajo el aval del Gobierno Central; al igual que si se venden en estos precios, se hace bajo la supervisión del Gobierno”, explicó.
Señala, además, que la importación de estos productos se hace con divisas oficiales, o si no, el Estado concede al sector privado el permiso para importar con divisas propias, y además les concede el derecho de vender su mercancía a precios más elevados o a un tipo de cambio mayor al oficial, que les permita reponer esas divisas, incluso, hasta en el mercado paralelo.

Aunque estas decisiones pudieran proyectarse como un acto de buena fe, la analista de entorno infiere que son indicadores de que el Gobierno ya no tiene los recursos que tenía antes para poder importar y subsidiar precios más baratos, y esto lo obliga a abrir posibilidades como importar bienes de Brasil y venderlos a precios incluso superiores a los del mercado internacional para los venezolanos que tengan suficiente dinero para pagarlos.

Persisten los controles. “El control de precios sigue vigente, pero el Gobierno lo ha flexibilizado un poco permitiendo importaciones de productos muy específicos; sin embargo, no han terminado de deslindarse de estos sistemas del todo”, comenta el economista Luis Oliveros.

Su análisis indica que la flexibilidad en este régimen económico se debe a que la escasez es muy grande, y el Gobierno accedió a las presiones de los gobernadores del estado Táchira y Zulia, quienes, junto con unos empresarios, comenzaron a importar alimentos de Colombia o Brasil a una tasa de cambio que no es precisamente la tasa Dicom (cambio complementario) o Dipro (cambio protegido), sino más bien una tasa paralela.

Anabella Abadi también comparte la idea de que los controles siguen vigentes, pues alega que se puede evidenciar en la reciente noticia que informaba que los juguetes para diciembre se venderán a “precios justos”.

“Incluso todavía muchos de los productos de la canasta básica se venden a precios regulados que están fijados en la Gaceta Oficial, y eso quiere decir que aún se mantiene el control de precios”, dijo la analista de entorno.

Adiós especulación. La alternativa eficaz para zanjar por completo el negocio ilegal de la comida es la suspensión de los controles de precios.

El economista Luis Oliveros indica que si el Gobierno decide anular este sistema, “bachaquear” no tendrá ningún sentido, porque los productos vendrían a precios de mercado, es decir, al mismo costo que lo venden estos comerciantes.

Por otra parte, el experto aclara que aunque el control de precios se levante, la escasez no se acabará inmediatamente.
“Les va a costar a las empresas volver elevar a unos niveles de inversión adecuados para que la oferta aumente. Esta es una economía con muchas distorsiones, y el problema económico va a tardar mucho en acomodarse”, dijo Olivares.

Producción Vs. Importación. Oliveros señala que si las empresas o el Estado continúan importando artículos, la producción nacional no se vería tan afectada, pues asegura que esta puede competir con las importaciones a dólar libre.

“Donde no puede competir es con importaciones a un tipo de cambio de 10 bolívares, porque prácticamente estaría compitiendo en condiciones muy desventajosas, y saldría muy perjudicado de ello”, apuntó.

¿Cómo queda el bolsillo? Es un hecho que el poder adquisitivo del venezolano va en descenso, a pesar de que el Presidente haya aumentado el salario mínimo integral más de cuatro veces en este año.
Por ello, Luis Oliveros afirma que si los supermercados venezolanos se surtieran con estos alimentos y productos importados, la mayoría de la población tendrá dificultades para adquirirlos, y si lo hace, sería en cantidades bastante reducidas.

“Lamentablemente estamos viendo un país con una economía más pequeña, con mucha más pobreza, y con una capacidad adquisitiva mucho menor”, opina el especialista.

Los costos de la mercancía foránea saca cédula de identidad venezolana, un asomo de flexibilización del régimen que el Gobierno defendió a capa y espada.

2016-11-12

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