La fiscalía rumana acusó de genocidio al comandante de una prisión durante la era comunista, en la primera acusación de ese tipo desde que el líder Nicolae Ceausescu fue juzgado y ejecutado en 1989.
Alexandru Visinescu, de 87 años, estuvo presente en una audiencia de encausamiento por crímenes cometidos entre 1956 y 1963. En esos años fue comandante de la prisión Ramnicu Sarat, donde fueron encarcelados miembros de la élite e intelectuales pertenecientes a la época previa al comunismo.
Visinescu se abstuvo de hacer declaraciones cuando caminaba hacia un taxi. El hombre dijo que solo cumplía órdenes.
La fiscalía dijo en una declaración que bajo su comando los presos eran sometidos a golpizas, hambre, frío y falta de atención médica. Visinescu podría ser condenado a cadena perpetua si es hallado culpable.
El último rumano en ser acusado de genocidio fue el presidente Ceausescu. Fue juzgado en una corte militar especial y ejecutado el 25 de diciembre de 1989, después que huyó de Bucarest ante la creciente revuelta contra el gobierno.
El instituto que investiga los delitos de la era comunista escribió a los fiscales a cargo del caso del general instando a que Visinescu sea juzgado por seis muertes. Indicó que entregaría un total de 35 casos sobre ex comandantes a la fiscalía.
El instituto dijo que "recibía con beneplácito la histórica decisión" e instó a la fiscalía a "que continúe concentrando sus esfuerzos para identificar a los responsables de delitos y abuso político en el período comunista".
En agosto, Visinescu insultó a un camarógrafo y arremetió contra varios periodistas que trataban de obtener sus declaraciones ante las acusaciones que se le hicieron. Desde entonces se ha abierto un debate público sobre la era comunista, con mucha gente a favor de que se apliquen sanciones a los ex comandantes de las prisiones.
El presidente Traian Basescu y el primer ministro Victor Ponta dijeron que los comandantes de esa época deberían ser juzgados por los delitos que hubieran cometido.
Aproximadamente medio millón de rumanos, sacerdotes, diplomáticos, médicos, maestros y campesinos fueron condenados como presos políticos en la década de 1950, cuando el régimen comunista trató de aplastar a la disidencia. Un quinto de los presos murió debido a las condiciones infrahumanas, dicen los historiadores./AP