Zairet González Ramírez | @ZaiLez
Este popular, apasionado, alegre y entusiasta santo nació en Castelnuovo d´Asti en el año 1815.
Fue educado por su mamá en la fe y la practica coherente del evangelio. Cuando solo tenía nueve años intuyó que debía dedicarse a la educación de la juventud.
Poco a poco fue creciendo en Juan un gran interés por los estudios, así como su deseo de ser sacerdote para aconsejar a los pequeños. No obstante, para lograrlo, muchas veces tuvo que abandonar su casa y trabajar en diferentes oficios que, en el futuro, él enseñaría a sus muchachos para que se ganen un sustento.
En 1841 se ordenó sacerdote; tomó como programa el lema: “Da mihi ánimas, cétera talle” (Dame almas y llévate lo demás). Su apostolado con los jóvenes más pobres, para los que fundó el Oratorio Salesiano, lo puso bajo el patrocinio de San Francisco de Sales.
Con su estilo de educación y práctica pastoral, basados en la razón, en la religión y en el amor (sistema preventivo) conducía a adolescentes y jóvenes a la reflexión y a encontrarse con Cristo.
Fuente de su actividad incansable y de la eficacia de su acción fue la “unión constante con Dios” y la confianza ilimitada en María Auxiliadora.
Buscó entre los jóvenes los mejores colaboradores de su obra, y dio origen a la Sociedad de San Francisco de Sales conocidos en el mundo entero como los Salesianos.
Con Santa María Dominica Mazzarello fundó el Instituto de Hijas de María Auxiliadora, Salesianas.
En 1998 en el centenario de su muerte (ocurrida el 31 de enero de 1888) el entonces Papa Juan Pablo II lo declaró y proclamó Padre y Maestro de la juventud.