2001.com.ve | EFE
De rodillas, con mascarilla y con los brazos en cruz, el jerosolimitano George Haguen reza solo ante el portalón cerrado del Santo Sepulcro. Lo hace en un íntimo Jueves Santo en Jerusalén que hoy, sin peregrinaciones ni rituales por el coronavirus, recuerda las últimas horas de Jesucristo.
Es uno de los escasos residentes – los peregrinos internacionales desaparecieron de la Ciudad Santa con el cierre de fronteras – que se acerca hasta la Basílica, se santigua y marcha en medio de un silencio inusual entre las piedras de la Ciudad Vieja.
Cancelaciones de último minuto, como la peregrinación al Cenáculo, donde se sitúa la última cena de Jesús y que iba a realizar un pequeño grupo de franciscanos, redujeron al mínimo los limitados actos previstos para hoy.
Creyentes católicos y religiosos en conventos celebraron el comienzo del Triduo Pascual -jueves, viernes y sábado santo- en la intimidad del confinamiento, mientras los lugares que según la tradición recorrió Jesús hace más de dos mil años en la Pasión continúan vacíos.
SEMANA SANTA DE REFLEXIÓN
"Pero quizás, por las celebraciones semiclandestinas de estos días, precisamente sin entradas triunfales y ceremonias solemnes y abarrotadas, hay algo que podemos aprender de nuevo", dijo hoy en la homilía el máximo representante de la Iglesia Católica en Tierra Santa, Pierbattista Pizzaballa.
Aludió a la "reflexión" que permiten estos tiempos durante la misa temprana del Jueves Santo. Para esa misa se abrió brevemente el portalón de la Basílica cerrada desde hace dos semanas, como el resto de santuarios de Jerusalén, para prevenir contagios de coronavirus.
La curiosidad es que la clausura coincide, solo hoy, como parte de los rituales del Jueves Santo, una de las escasas ocasiones en las que el Santo Sepulcro se sella para que oren los peregrinos en su interior y que abre solo dos veces durante la jornada para salidas y entradas. La diferencia es que mañana, Viernes Santo, seguirá cerrado.
Además, este año la liturgia se realizó sin la ceremonia del lavatorio de pies, por orden del Vaticano, para evitar el contacto y las más de diez personas que exige este simbólico acto que conmemora el lavado que hizo Jesús a sus doce discípulos como gesto de humildad e igualdad.
2020-04-09