Nayzai Saavedra|[email protected]
El deterioro de la calidad de vida del venezolano es evidente, como si no fuera suficiente el tema económico, los servicios cada vez son más defectuosos y con una atención que deja mucho que desear a la hora de hacer algún reclamo.
Ante esta situación, hay ciudadanos que aseguran que los ciudadanos se han “acostumbrado”. Sin embargo, los expertos que analizan la psiquis del venezolano no lo consideran así, o por lo menos explican que no ha sido un proceso simple.
Amalio Belmonte, sociólogo, indicó que las personas cuando son tratados con respeto, tienen servicios de calidad, lo agradecen y llegan a exigirlo. Pero, también puede al revés, en una sociedad deteriorada el maltrato y la falta de atención se acepte como algo normal o inevitable, puede tornar a las personas poco exigentes.
Hay que tomar en cuenta que en Venezuela los servicios no han sido los más idóneos y que el trato nunca ha sido completamente cordial, en el país los ciudadanos no han tenido ciudades verdaderamente amigables del todo.
“Acostumbrarse a lo bueno es lo normal. Si no hay suficiente conciencia, si no sienten que tienen el derecho o la posibilidad de exigir, llega un punto en el que se ‘acostumbran’ a ello”, señaló.
También planteó que en la actual circunstancia las personas no tienen la oportunidad de reaccionar ante lo malo porque tienen como prioridad resolver las necesidades básicas, sobre todo el tema alimentación y salud; es decir, es más fácil valorar los servicios lo esencial es cubierto. Lo trascendente pasa a segundo plano, lo relacionado con la recreación, con lo espiritual.
Pero, Belmonte desestimó que el venezolano esté realmente acostumbrado, explicó que por una parte está temeroso porque hay un poder que niega la participación, tiene una gran incertidumbre y desesperanza y eso lo paraliza: “A pesar de esto hay algo que bulle y en algún momento va a emerger”, advirtió.
Por otra parte, el Gobierno genera control por medio de las divisas que entrega; bonos, misiones y Clap, que no resuelven el problema y acostumbran a la mendicidad.
El profesor de Sociología Política y Metodología de la Ucab, Francisco Coello, manifestó que este problema se ha ido formando por años y recordó que sí ha habido manifestaciones de descontento, solo que estas se ven apagadas porque no son difundidas con éxito por la reducción de los medios de comunicación independientes y el silencio de los medios televisivos que suelen tener mayor impacto.
“No diría que el ciudadano está tranquilo. Sin embargo, esta es una práctica que ha sido puesta en marcha en países como Cuba y consiste en colocar a la población en un estado de indigencia y sobrevivencia y así no se pueden organizar”, consideró.
A este estado se le suma el efecto que tiene la represión brutal durante las protestas y hechos como los de El Junquito, una serie de elementos que llevan a un proceso de “parálisis”.
Ramón Piñango, sociólogo, coincidió con los otros especialistas, tampoco llamaría “costumbre” al estado actual de los ciudadanos. En su lugar, cree que la reacción podría emerger de repente, que podríamos encontrarnos con un “efecto túnel” en dónde lo implosivo, si alcanza una magnitud tal, puede superar la capacidad de carga que tiene una sociedad y lo que está comprimido se comienza a liberar.
“La pregunta es válida ¿hasta cuándo?, eso se desconoce. Lo que sí es seguro es que se están creando las condiciones, un caldo de cultivo para una explosión”, analizó.
El dato
En 2017 se registró una cifra récord de manifestaciones en Venezuela. El Observatorio de conflictividad Social (Ovcs) contabilizó al menos 9.787 manifestaciones, equivalente a 27 protestas diarias en todo el país. Representa un aumento de 41% con respecto a 2016 cuando se documentaron 6.917 manifestaciones.
2018-02-03