Con su compañero de piso hospitalizado en estado grave por coronavirus la primavera pasada; a John Hollis no le costó mucho creer que también contraería el virus. Estaba tan preocupado por lo que podría pasar que le escribió una carta a su hijo adolescente, Davis; por si «las cosas fueran cuesta abajo rápidamente», dijo Hollis a NBC.
Resaltó que Hollis, sin saberlo, ya tenía Covid-19 y pudo haber infectado a su compañero de piso.
Hollis, el gerente de comunicaciones de la Universidad George Mason en Fairfax, Virginia; se enteró en julio de que pertenecía a una categoría poco común de personas cuya sangre podría ayudar a los científicos a comprender el Covid-19 y potencialmente tratar a quienes enferman.
El Covid-19, al parecer, no puede dañarlo, dijo el Dr. Lance Liotta, patólogo y bioingeniero de la Universidad George Mason que dirige los ensayos clínicos de la escuela sobre anticuerpos.
Hollis de 54 años, un experiodista, se enteró de que su sangre está fortificada con los llamados superanticuerpos; anticuerpos que neutralizan el virus, e incluso cuando se diluye 10.000 veces, aún resiste al Covid-19, dijo Liotta.
Es un fenómeno médico que se encuentra en menos del cinco por ciento de la población que ha contraído el coronavirus; indica un estudio, lo que hace que Hollis y su sangre seas recursos valiosos para identificar posibles tratamientos para el Covid-19, explica Liotta.
«A través de John y otros, hemos sido impulsados hacia una nueva ciencia emocionante»; dijo Liotta. «Conocer sus anticuerpos nos ofrece nuevas formas de luchar contra el Covid».
Comprender como matar al coronavirus
En resumen, utilizando los anticuerpos de Hollis, las proteínas en forma de Y en la sangre que usa el sistema inmunológico para identificar y combatir bacterias y virus, Liotta y su equipo; como parte de sus ensayos, «comprenderán exponencialmente mejor cómo matar el coronavirus y producir en masa anticuerpos como el de John para que la población en general se proteja del virus».
Su historia comenzó después de que llevara a su hijo, Davis, a un viaje a Europa a principios de marzo. No mucho después de que regresaran de Londres y París, Hollis experimentó congestión, que asoció con los problemas normales de los senos nasales que la acompañan en esa época del año.
Los síntomas pasaron rápidamente, pero su compañero de piso, que no quiso ser identificado, enfermó de forma devastadora con Covid-19 durante un mes. Temiendo por su amigo, Hollis permanecía junto a su puerta temprano todas las mañanas y escuchaba el movimiento para asegurarse de que todavía estaba vivo. Hollis limpiaba constantemente la casa adosada que compartían.
Pero Hollis no enfermó notablemente. A mediados de julio, se ofreció como voluntario para participar en un estudio sobre el coronavirus en el campus. Poco después, Liotta llamó a Hollis una noche para decirle que tenía «super» anticuerpos.
Hollis dijo que recordaba haberse sentido «en estado de shock total».
«Aquí estaba, asustado por mi compañero de cuarto y temeroso de contraer Covid», dijo. «En cambio, ya lo había tenido y probablemente se lo pegué. Me siento muy mal por él»
Desde agosto, Hollis ha proporcionado muestras de sangre y saliva aproximadamente cada dos semanas para pruebas de laboratorio y experimentos. Liotta dijo que los niveles de anticuerpos de Hollis no solo se han mantenido, sino que también han demostrado ser efectivos para matar seis cepas diferentes del coronavirus.
El equipo de Liotta encontró a otras siete personas con «super» anticuerpos para el ensayo clínico. Hollis se diferencia de los demás en que sus anticuerpos han mantenido al menos el 90 por ciento de su fuerza nueve meses después de que tuvo el coronavirus. La mayoría de los anticuerpos similares se disipan en 60 a 90 días, dijo Liotta.
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