Cuando le propuse matrimonio a mi novia, los fuegos artificiales iluminaron el cielo. Literalmente. Por suerte, ninguno nos alcanzó.
Estábamos en medio del campo en el este de Birmania durante el festival de globos de fuego de Taunggyi, toda una institución local. Forma parte del Festival de la Luz Tazaungtai, que se celebra en todo el país y que marca el final de la temporada de lluvias en Birmania. El de Taunggyi es especialmente hermoso. Y especialmente peligroso. Imagino que por eso me vino la inspiración para hacer la pregunta más importante de mi vida. Pero eso lo cuento más adelante.
Durante el festival, que dura 10 días, cientos de globos con fuegos artificiales caseros en su interior se elevan en el cielo nocturno. Si todo sale bien, los fuegos artificiales explotan cuando el globo está los suficientemente alto, arrojando cascadas de chispas sobre los miles de espectadores que los observan.
El problema es que los globos y los fuegos artificiales son hechos en casa, la gente trabaja en ellos durante meses, y a veces no explotan cuando deben. A menudo lo hacen muy cerca del suelo, lo que puede causar muertes. En 2014, por ejemplo, tres personas murieron cuando un globo se chocó contra ellos y un niño falleció porque otro globo se estrelló contra la tienda de campaña de su familia.
Pero el peligro no hace que decaiga el espíritu y el entusiasmo por el festival, el orgullo y la diversión, en el estado de Shan. Como le dijo a un colega de la AFP un hombre que llegó desde Mandalay (centro) para ver el festival este año: “Estoy muy contento, pero también asustado”.
Los habitantes locales están extremadamente orgullosos de su fiesta. Los grupos que participan trabajan durante meses en sus globos y fuegos artificiales. El espectáculo atrae a decenas de miles de personas cada día del festival y muchos jóvenes que dejaron Shan por cuestiones laborales vuelven a casa para verlo.
Yo nací y crecí en Rangún. La primera vez que vi el festival fue en 2011 con mi novia, quien es de la zona. En cuanto llegué al lugar, supe que sería genial. Faltaba una semana para que comenzara la celebración, pero todo el mundo hablaba de ello. Se podía notar la emoción en el ambiente.
La gente me describía con entusiasmo lo increíble que sería y cuando vi la inauguración, supe que no estaban exagerando. El festival comienza con un gran espectáculo de fuegos artificiales y el lanzamiento de cientos de farolillos de papel al cielo. Fue precioso y alucinante. Se me puso la piel de gallina y decidí que cada año lo cubriría como fotógrafo.