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Un grupo de activistas dañó el pedestal de un monumento dedicado a los manifestantes muertos durante la agitación revolucionaria en Egipto, apenas horas después que el primer ministro lo inauguró en la Plaza Tahrir de El Cairo.
El ataque refleja la indignación de los activistas con lo que consideran un intento de los gobernantes actuales, respaldados por los militares, por reescribir la historia.
Los atacantes, mayormente hombres jóvenes, utilizaron rocas para cascar los cimientos del monumento y lo embadurnaron de grafitos rojos denunciando tanto al presidente derrocado Mohamed Morsi como al general Abdel-Fata el-Sisi, que lo derrocó en julio después de días de protestas masivas contra Morsi.
Los jóvenes protestaron también contra la policía y responsabilizaron a los gobiernos anteriores y el actual por la muerte de cientos de manifestantes y por no responsabilizar a los culpables ante la justicia.
"Abajo con todos los que traicionaron: los militares, el anterior régimen (del autócrata Hosni Mubarak) y la Hermandad Musulmana", decía una leyenda pintada sobre la estructura dañada. Algunos usaban camisetas con un logo con tres dedos, en representación de los tres grupos a su juicio responsables.
El ataque puso de manifiesto las heridas que dejó la conmoción que sucedió al derrocamiento de Morsi en 2011, y refleja una puja encarnizada por el control de la memoria de dicho levantamiento.
Los grupos revolucionarios se sienten traicionados por los gobiernos sucesivos que, a su juicio, no supieron desmantelar las instituciones de la era de Mubarak y en buscar justicia para sus víctimas.
Algunos de los que participaron en aquella revuelta y en las protestas masivas contra Morsi en junio consideran que el monumento no rinde homenaje a los muertos sino que trata de ocultar las continuas disputas por el destino de la nación.
Dicen que el gobierno interino, apoyado por los militares, que ascendió al poder después del golpe de julio que derrocó a Morsi, trata de imponer su control sobre Tahrir, considerado un espacio intrínsecamente antiautoritario.
Empero, tanto los islamistas como los partidarios de los militares sienten que han ganado un mandato popular más amplio que los revolucionarios.
Los islamistas destacan las victorias de la Hermandad Musulmana en toda elección desde 2011.
Mientras tanto el-Sisi y los militares fueron idolatrados por muchos por derrocar a Morsi en respuesta a una manifestación de millones de personas, la mayor que Egipto haya visto. Semanas después, otros millones de manifestantes dieron al general el mandato de hacer frente al "terrorismo" islamista.
2013-11-19