2001.com.ve | EFE
En su casa de la aldea egipcia de Gharb Soheil, a 900 km al sur de El Cairo, Mamdouh Hasan, de la etnia nubia, acaricia una cría de cocodrilo ante la mirada desconcertada de los turistas.
En esta pequeña localidad a orillas del Nilo no es nada inusual criar cocodrilos en casa, como hace Hasan, de 45 años. Es una tradición antigua entre los nubios, la principal minoría étnica del país, a caballo entre el sur de Egipto y el norte del Sudán actual, los hombres capturan los cocodrilos cuando son crías, y les gusta exhibirlos luego "como signo de poder" ante los curiosos, explica Abdel Hakim Abdo, un habitante de la aldea de 37 años.
Gharb Soheil es heredero de esas costumbres milenarias, y su manera de contribuir a preservarlas es mediante la cría de cocodrilos, lo que al mismo tiempo le supone un ingreso.
En algunos portales de las callejuelas estrechas de esta aldea se pueden ver cocodrilos disecados, el señuelo para atraer a los turistas. "Les presento a Francesca (…) La he criado desde que nació" dice Hasan a los visitantes, mostrando con el dedo un reptil de 1,50 m de largo que se agita en una alberca a sus pies.
Hasan vende igualmente objetos artesanales nubios, pero los turistas se sienten irremediablemente atraídos por Francesca, que les debe su nombre a unos visitantes italianos. Egipcios o extranjeros, los curiosos acuden para observar de cerca a esos animales o para sacarse fotos a su lado.
Para capturar a los cocodrilos, los nubios siguen el rastro de las hembras al sur de la presa de Asuán y se llevan sus huevos. Hasán aprendió el oficio con su padre, hace más de 20 años. Fue uno de los primeros en la aldea en criar cocodrilos con fines turísticos, afirma su hijo.
Los nubios no son los únicos en Egipto que aman a esos reptiles. En tiempo de los faraones tenían rango de divinidad, y Sobek, dios reptil, protegía a los humanos de las crecidas y demás peligros del Nilo.
El templo de Sobek, situado en Kom Ombo, a 40 km al norte de Asuán alberga todo tipo de representaciones de reptiles, grabados y varios ejemplares de animales disecados. La técnica de disecar a los animales es una tradición que aún perdura en Egipto.
Una práctica de la que se enorgullecen los habitantes de Gharb Soheil, que después de la muerte de sus mascotas las disecan. El proceso requiere de dos días hasta un mes, dependiendo de la talla y la edad del animal, dice Hasan.
Primero hay que sacarles las entrañas, luego rellenarlos de paja o de serrín, para a continuación darles la posición que prefiera su propietario. "Sabemos que este cuero vale oro, pero no estamos dispuestos a vender la piel de nuestros cocodrilos", explica Hasan. "Son nuestro orgullo".
Con información de AFP
2020-03-07
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