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En la neurociencia la comida es considerada una especie de “recompensa natural” que debe ser agradable para el cerebro para que este impulse su repetición en el futuro. Así, cuando hacemos algo placentero, un grupo de neuronas conocido como área tegmental ventral utiliza el neurotransmisor dopamina para dar señales a una parte del cerebro llamada núcleo accumbens.
La conexión entre el núcleo accumbens y la corteza prefrontal, por su parte, dicta los movimientos motores, como decidir si se debe o no tomar otro bocado de ese delicioso pastel de chocolate. Y el acceso repetido a azúcar provoca con el tiempo que la dopamina dé sus señales de manera prolongada. El cerebro se vuelve tolerante al producto y cada vez necesita cantidades mayores para alcanzar el mismo nivel de ‘colocón’ de azúcar.
Tras realizar una serie de experimentos en roedores, el profesor de psicología clínica del Instituto de Psicología de la Universidad de São Paulo Victor Mangabeira y sus colegas han descubierto que la ausencia de señales de dopamina en el cerebro causada por la privación de azúcar provoca, además de depresión y angustia, un comportamiento impulsivo que incluye castañeteo de dientes, temblores en las extremidades y sacudidas de cabeza.
Los científicos afirman que estudios más detallados de estos procesos podrían dar una idea de las bases neuroquímicas de la dependencia del azúcar, el síndrome de abstinencia y la conducta que provoca.
2015-08-22