El 11 de julio siempre será una fecha histórica para el fútbol español. Fue el día que se acabó el prejuicio para España, el día que los fantasmas que sobrevolaban los recuerdos de la madre patria en el fútbol se acabaron.
Un 11 de julio de 2010 España desafío todo en el Soccer City.
Derrotó por primera vez en la final de una Copa del Mundo a un rival, en este caso Países Bajos, quienes padecieron por tercera vez en su vida las amarguras de caer en el partido que define al máximo jerarca del balompié tras perder también la final en Alemania 1974 y Argentina 1978.
El gol que Andrés Iniesta anotó en el minuto 116 de aquella prórroga significó mucho.
No sólo fue el fin de muchos años de tragedias y decepciones deportivas, sino que ese tanto tuvo un componente de justicia que los dioses del fútbol le debían a España.
Una fría noche de Johannesburgo trajo alegría a España
Fue un partido áspero, duro, físico. Países Bajos planteó un cara a cara rudo, tanto que en el primer tiempo Nigel De Jong dejó estampadas sus botas en el pecho de Xabi Alonso, una acción que el colegiado de aquella noche, Howard Webb, solo castigó con tarjeta amarilla.
También fue el partido de los milagros.
Para la posteridad quedó el pie derecho de Iker Casillas sacándole un balón a Arjen Robben de la red, una acción que pudo cambiar el destino de aquella noche, un momento en donde se forjó la hazaña.
No era el día de otra desgracia más española, no como en Estados Unidos 94′ con la nariz de Luis Enrique sangrando por el codazo de Tassotti, o la eliminación en penales de Corea del Sur 2002 en cuartos de final.
Vicente Del Bosque condujo a ese grupo a la tierra prometida después de gestionar con sabiduría y buena letra el legado de Luis Aragonés.
Fue el hombre que con su buen talante no se desesperó nunca, ni aún perdiendo el primer partido de aquella cita mundialista con Suiza.
La mesa quedó servida para que fuese Iniesta, el hombre introvertido, campechano, de un pueblo llamado Fuentealbilla en La Mancha, el que permaneciera en el recuerdo cada 11 de julio.
Su gol empalmando un balón ante la mirada desesperada de Rafael Van der Vaart y el portero Stekelenburg abrió las puertas para que España fuese la octava nación en ganar el Mundial de fútbol.
Su celebración, humilde como él, mostró el recuerdo para su amigo Dani Jarque, fallecido hacia poco tiempo. El cierre perfecto a ese día.
12 años de la máxima gloria
Son 12 años ya de aquel día en Johannesburgo. Muchas cosas han cambiado y el presente es distinto.
Ese grupo español, que cerró su dictadura en el fútbol mundial con otra Eurocopa en 2012, deslumbró a todos con su juego preciosista y efectivo.
España tiene 12 años con estrella en su pecho. Como ha pasado el tiempo desde entonces.
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