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Don Miguel tendrá que esperar

Viernes, 01 de agosto de 2014 a las 07:30 pm
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EFE

Miguel de Cervantes tendrá que esperar a después de septiembre para saber si el grupo de expertos que hace meses emprendió la búsqueda de sus restos puede seguir con los trabajos en el convento de las Trinitarias de Madrid, cuyas moradoras aún no se han reunido para dar el visto bueno o rechazar las excavaciones.

Las vacaciones del verano se ha interpuesto en el trabajo de los historiadores y forenses, que están a la espera de que el Arzobispado de Madrid dé permiso para trabajar en la iglesia donde reposa el padre de El Quijote y, sobre todo, de que las trece monjas de clausura que viven en el convento den su visto bueno.

Las habitantes del convento de clausura se mostraron en junio "muy receptivas" a los trabajos una vez que las primeras labores para encontrar a Cervantes no alteraron su día a día ni provocaron daños en el templo, según explicó el georradarista Luis Avial.

Avial y otros de los investigadores se reunieron con las monjas para explicarles su proyecto -hasta con una presentación en Power Point-, y ellas agradecieron el "rigor" de los trabajos.

De ahí que la disposición de las monjas sea, aparentemente, favorable a las investigaciones, pero están a la espera de que el Arzobispado dé su visto bueno y, cuando lo tenga, las trece se reunirán para consensuar el ‘sí’ o el ‘no’.

Una vez que las labores de búsqueda con el georradar concluyeron en primavera, el siguiente paso es excavar, y el primer sitio -hay cinco posibles ubicaciones- será la cripta en la que hay unos 30 nichos, un lugar donde se podría trabajar sin demasiado intrusismo -es de fácil acceso y gran tamaño- y donde, además, sería "lógico" que estén los restos del autor de El Quijote si en alguna de las modificaciones de la iglesia se trasladaron de lugar.

Y si allí no se encontrara Cervantes, habría que repetir los pasos: volver a pedir autorización para la siguiente fase, "dos intervenciones quirúrgicas muy limitadas" para no dañar el templo.

Francisco Etxeberría, forense que dirigirá la búsqueda, ya percibió una actitud positiva de las monjas cuando hablaron con ellas en junio.

Ver que el trabajo de los georradaristas no dañó el templo ni su día a día de reclusión ha propiciado ese cambio de actitud y levanta las esperanzas de los investigadores en poder seguir adelante.

También será necesario pedir permiso al gobierno regional de Madrid, dado que la iglesia conventual está protegida como bien de interés cultural (BIC), aunque los investigadores no esperan problemas por este punto, teniendo en cuenta que el proyecto cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de la capital española.

Una vez que todos los permisos estén autorizados, comenzará una búsqueda que no será fácil, advierte Etxeberría, porque lo que es seguro es que no va a aparecer un ataúd con el nombre de Cervantes escrito en él.

Habrá que recuperar restos óseos -y es probable que estén muy disgregados- y analizarlos para ver si alguno corresponde con los del escritor, que fue enterrado junto a su esposa Catalina Salazar con un modesto hábito de la orden terciaria y sin objetos personales o adornos.

No sirve aquí el ADN, porque aun en el remoto caso de que pudiera extraerse, su árbol genealógico acaba prácticamente con él y es imposible cotejarlo con ningún descendiente actual.

Así, la mejor ayuda que tendrán los expertos es el propio Miguel de Cervantes, que en el prólogo de sus "Novelas ejemplares" dejó un retrato de sí mismo.

"Éste que veis aquí, de rostro aguileño (…), de nariz corva, aunque bien proporcionada (…) los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño (…) algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies (…) Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo", escribió, pistas que sería posible identificar aunque haya pasado mucho tiempo.

Muchos esperan que la búsqueda se resuelva en unos meses para intentar hacer coincidir el hallazgo con dos aniversarios muy próximos: el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte de El Quijote, en 2015, y los 400 años de su muerte, en 2016. Don Miguel tendrá que esperar, pero ojalá no más de dos años.

2014-08-02