En plena tensión con Cataluña por el desafío soberanista del gobierno de la región, el príncipe destacó que "España es una gran nación que vale la pena vivir y querer, y por la que merece la pena luchar".
Ante la incertidumbre, reclamó a la sociedad una "reflexión rigurosa" para "nunca más volver a caer en errores y excesos inadmisibles" y labrar un futuro con "principios éticos firmes".
El príncipe instó a los españoles a "reaccionar" y no permanecer "indiferentes" ante "el pesimismo, la frustración y la desconfianza" instalados en el país tras cinco años de crisis económica, en un discurso continuista del que ya pronunció la pasada edición.
Como ejemplo, destacó a los vecinos del barrio de Angrois, en la ciudad gallega de Santiago de Compostela, quienes dieron "una lección de coraje y solidaridad" cuando asistieron "in situ" a las víctimas del accidente de tren que conmocionó a España el pasado mes de julio y dejó 79 fallecidos.
El heredero de la corona española, acompañado por su esposa Letizia y bajo la atenta mirada de la reina Sofía desde el palco del teatro Campoamor, sede de la celebración, agradeció la labor de los ocho galardonados con estos premios, considerados los "Nobel españoles", que concede desde 1981 la Fundación Príncipe de Asturias.
"Con su ejemplo recuerdan que cada uno debemos trabajar en nuestras responsabilidades con el sentido del deber y dan una imagen muy alejada del pesimismo que muchas veces empaña nuestro futuro", afirmó.
El escritor español Antonio Muñoz Molina, premio de las Letras, también aludió en su intervención a los "tiempos de incertidumbre" que atraviesa España. "Es difícil hablar de la perseverencia del trabajo en un país donde millones de personas carecen de él", afirmó tras reflexionar sobre el "oficio de escritor".
La fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz, premio de Comunicación y Humanidades, destacó el "poder" de la fotografía para "retener momentos fugaces" y para democratizar los recuerdos. "Se inventó para que cualquier persona de cualquier clase pudiera tener una foto de ella misma o de otras", sentenció.
Con una Palma de Oro y un Óscar bajo el brazo por su última película ("Amor"), el director austriaco Michael Haneke volvió a mostrar su humildad al preguntarse ante el auditorio "¿por qué a mí este premio?, ¿qué has hecho tú por España para que sean tan amables contigo?".
El Premio Príncipe de Asturias de las Artes reflexionó sobre el peligro manipulador del cine y sobre el respeto a la autonomía del espectador.
Esta autonomía también fue reivindicada, en este caso en la Universidad, por la prestigiosa socióloga Sankia Sassen, premio de Ciencias Sociales, quien alertó de las "amenazas" sobre el mundo del conocimiento y agradeció a la fundación su reconocimiento.
Uno a uno, los ocho galardonados y acompañantes fueron recogiendo de manos del príncipe Felipe el título acreditativo de los premios dotados con 50.000 euros (casi 70.000 dólares) y una escultura de Joan Miró.
En representación de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), premio de la Concordia, acudió su presidente, Miguel Caraballeda, acompañado por una joven y una niña invidentes y guiados por un perro lazarillo, el primer animal que asiste a esta ceremonia.
En el exterior del teatro Campoamor, donde se celebró el acto de entrega, decenas de personas vestidas de amarillo, el color identificativo de la ONCE, demostraron el "cariño y el respeto" de la sociedad española hacia la organización, como destacó el príncipe en su discurso.
Entre los galardonados de este año, además, dos premios Nobel: el británico Peter Higgs y el belga Francois Englert, que junto a la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) recogieron el Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica por su "bosón de Higgs".
El premio de Cooperación Internacional recayó en la Sociedad Max Planck para el Avance de la Ciencia, a la que representó su presidente Peter Gruss.
En su última alocución, dirigida al golfista español José María Olazábal, Premio de los Deportes, el príncipe Felipe tuvo un recuerdo para Severiano Ballesteros, "Seve", golfista fallecido en 2011 y "compañero, amigo y maestro" del galardonado.
La ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias brinda cada año al heredero del trono español la oportunidad, casi única, de dirigirse a los españoles con un discurso personal.
En esta ocasión, más estudiado, si cabe, por la convalecencia del rey Juan Carlos, que se recupera de una operación de cadera, y a la que el príncipe no hizo referencia.
La asunción del heredero de buena parte de la agenda oficial de la casa real ha vuelto a sacar a la palestra el debate de una posible abdicación del monarca, que éste descartó de pleno antes de someterse a la intervención quirúrgica.
El papel de la monarquía en España también es cuestionado por algunos sectores de la sociedad. Ayer, un grupo de personas recibió a los príncipes y a la reina Sofía con banderas republicanas y gritos de "fuera, fuera".
La protesta ya tuvo lugar en la pasada edición, cuando los manifestantes rechazaron con pancartas los ajustes económicos del gobierno de Mariano Rajoy y criticaron una ceremonia que consideraban "todo lo contrario a la austeridad". /DPA