EFE
El modisto francés Nicolas Ghesquière insufló vida a la Fundación Louis Vuitton de París al convertirla en una nave espacial que trasladó al público al universo a través de la colección de primavera-verano de la firma de LVMH.
El desfile de Louis Vuitton, que abrió la última jornada de la Semana de la Moda de París, cumplió el doble cometido de mantener vivo un imaginario que haga soñar al público y de trasladar estas emociones al edificio del arquitecto Frank Gehry, que acogerá desde finales de mes la creación contemporánea en el bosque de Boulogne.
Este complejo, erigido con forma de velero, se prestó al experimento interestelar con el apoyo de intensos haces de luz que fluyeron desde el suelo y desde el techo de la pasarela.
Al comenzar el desfile, unos grandes rostros proyectados en la sala advirtieron a los invitados de que se disponían a emprender una futurista travesía imaginaria a través de las creaciones de Ghesquière.
Esta puesta en escena hizo pensar que el modisto francés, que había optado por la sobriedad en su debut el pasado marzo, iba a regresar a la espectacularidad de Marc Jacobs, quien fue director creativo de Vuitton durante 16 años hasta que renunció a renovar su contrato hace ahora un año.
Su primera colección de primavera-verano para Vuitton recuperó la estética de la ciencia-ficción con mangas cortas de hombros construidos, rayas diagonales o perpendiculares y largas cremalleras centrales.
Los cuellos fueron cerrados o subieron altos y se abrocharon con un lazo en un desfile que propuso un repertorio de vestidos cortos de aires "sesenteros".
Ghesquière desarrolló prendas caladas compuestas por filamentos trenzados que asumieron un elegante futurismo de texturas y dibujos en relieve.
Vuitton consideró que el terciopelo y las lentejuelas eran idóneos para un verano en el que participaron los estampados de desfiguradas formas florales y los motivos de objetos como coches, pintalabios o saleros.
La paleta cromática fue extensa, pero los papeles estelares recayeron sobre el blanco, el negro, el marino, el rojo sangre y el naranja.
También desfilaron una serie de vestidos de sueños étnicos, compuestos por un corpiño holgado, mangas anchas por debajo del codo y falda con vuelo, y otra de pantalones anchos pesqueros de cintura alta.
Los pendientes de circunferencias, las medias negras caladas de ondas irregulares verticales, los botines por el tobillo y las botas de caña alta de piel fueron otros elementos de la colección.
En la presentación de una de las casas históricas de marroquinería, los bolsos no pasaron desapercibidos. Sobresalieron los modelos que se plegaron sobre sí mismos y los ejemplares duros de forma trapezoidal con los ángulos superiores redondeados.
Al desfile de Vuitton siguió el de diseñadora china Masha Ma, quien presentó sus obras en el interior de un aparcamiento en el que instaló cuatro arcos de luz.
"Es una colección sobre un jardín ubicado en una ciudad moderna que está completamente destruida", explicó a Efe la creadora, que fundó su firma en 2008, tras estudiar en la escuela Central Saint Martins de Londres.
Los "tops" de tirantes y pronunciado escote se llevaron por encima de chaquetas de hombros caídos y mangas abombadas, en un espectáculo en que las modelos desfilaron con la boca tapada por una máscara y los gemelos cubiertos por calcetines sin puntera integrados en las sandalias.
La próxima temporada estival de Masha Ma mezcló los aires deportivos con las minifaldas, las variantes de cazadoras "bomber", las retículas y las franjas de diferentes texturas.
Moncler Gamme Rouge protagonizó el tercer desfile del día en un Grand Palais en el que vieron la luz los minivestidos con larga cremallera en el centro, el encaje, los estampados de flores y las elaboradas texturas entrelazadas.
2014-10-01