Rowerth Goncalves | @rowerth92
La sexualización de niños y niñas es el pan nuestro de cada día en las redes sociales y ante ese escenario, la directora franco-senegalesa Maimona Doucouré plasmó una crítica en su película Mignonnes, cinta que ha sido duramente criticada por su contenido, incluso el movimiento políticamente correcto ha querido borrarla de la faz de la tierra con un discurso que muestra la doble moral de muchas “celebridades” del 2.0 y el 3.0.
Al final, este controversial largometraje es vacío, no ahondó ni en la premisa religiosa que muestra ni en criticar la sobrexposición que viven las niñas, por el contrario, tiene cosas innecesarias que las cosifica.
Amy Diop es una niña senegalesa de 11 años de edad, miembro de una familia que emigró a Francia y con el islam como dogma religioso. Ella conoce a una niña llamada Angélica, quien baila los temas de moda, se viste con ropa ceñida y nunca tiene la vigilancia de sus padres porque trabajan todo el día. Tras hacerse amiga de Angélica conoce a otras niñas de su edad con conducta similar, quienes dedican buena parte del día a imitar las cosas que ven en las redes. Ellas se preparan para un concurso de baile, pero Amy hará todo por encajar y salir del yugo religioso de su familia.
Mignonnes muestra un lado oscuro y conocido del mundo digital: la presión social en las redes para poder ganar “likes” y “views”. Las niñas comienzan a hacer “twerking” y hacen todo lo humanamente posible por ser populares a los 11 años de edad. La crítica de Doucouré no funciona, simplemente porque no ahonda el problema, hay escenas innecesarias en las que muestran a las niñas con sensuales coreografías y enfocan sus partes inferiores, algo completamente evitable. Hay otros métodos para poder elevar este tipo de críticas, pero más allá de la cinta, el discurso de mucha gente está hiperbolizado.
En una generación que se ofende por todo, es complicado hacer una crítica a este tipo de cintas sin que te tilden de depravado. En 1995, Larry Clark exhibió Kids, una oda a la adolescencia en Nueva York, Estados Unidos, con drogas, sexo y SIDA, protagonizada por adolescentes sin preparación actoral. Luego hizo lo propio con Ken Park en 2005, en la cual habló sobre religión y sexo.
En 2003 salió Thirteen, un largometraje protagonizado por Evan Rachel Wood, que narra la historia de una niña de 13 años, quien cambió su forma de ser y se “destapó”. Si el público ve esas cintas ahora seguramente terminarían en terapia por lo fuerte que es su crítica y que además funciona.
Pero los youtubers, tiktokers, instagramers y todo lo que termine en “ers” hablan de la cinta y exigen que sea vetada, pero no hablan de las redes que les dan dinero y piden que sean canceladas también, no se puede vivir con un discurso moralista si cuando es algo que toca tu bolsillo lo obvias.
En Mignonnes, el principal problema es que no sabe a dónde va, trata de enderezar el entuerto en la recta final de la cinta, pero el daño está hecho. La película falló estrepitosamente en su planteamiento de ir en contra de la sexualización al sexualizar a sus protagonistas. La pedofilia es algo inconcebible, por eso que atacar el problema como lo han hecho cintas como Spotlight, que muestra la investigación de los sacerdotes pederastas en Boston.
“Cuties” como es conocida en la plataforma de streaming Netflix, pudo ahondar en el tema del Islam y el desarrollo de las niñas, la ausencia de vigilancia por parte de los padres, que, sin duda, es el punto clave de esta cinta. Los padres deberían estar al tanto lo que hacen sus hijos, ese tiene que ser el mensaje claro y se pudo lograr sin hacer una especie de videoclip con niñas al ritmo de “Twerk”. Los niños tienen que ser niños y cada etapa tiene que vivirse en su momento, no adelantarse.
2020-09-15
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