EFE
El videojuego de velocidad al volante "Need for Speed" enfila la parrilla de salida de la cartelera para iniciar su carrera más difícil hasta la fecha, la cinematográfica, un circuito en el que otras grandes franquicias de las consolas han terminado estrelladas.
Desde su creación en 1994 por Electronic Arts (EA), "Need for Speed" ha generado más de 4.000 millones de dólares en ventas y hecho furor en 60 países hasta convertirse en el juego de carreras de coches más exitoso de la historia del género gracias a la emoción y el realismo que experimenta el usuario.
El videojuego carece de línea argumental y durante años EA estuvo recibiendo propuestas para que "Need for Speed" diera el salto a la gran pantalla, ninguna convincente. No querían que su criatura derrapara en los cines como "Street Fighter", "Wing Commander", "Doom" y otros juegos.
Así que la empresa decidió tomar un papel protagonista y buscar en Hollywood expertos que les ayudaran a montar la película de "Need for Speed" que quería ver.
Entraron en el proyecto los hermanos guionistas John y George Gatins ("Flight", "Real Steel") que son amantes de los autos clásicos y tienen un taller mecánico en Los Ángeles, luego vino el interés de Steven Spielberg y su estudio DreamWorks y las piezas del filme se fueron engrasando.
Necesitaban un director que condujera la cinta con pulso firme entre un sinfín de secuencias de acción y llamaron a filas al realizador Scott Waugh, quien antes de cineasta se hizo un nombre como profesional de las escenas peligrosas.
Waugh demostró tener agallas en "Act of Valor" donde militares de verdad disparaban munición real. Esa autenticidad era lo que EA y DreamWorks estaban buscando para "Need for Speed", solo que en este caso se trataba de hacer creer al espectador que los coches saltaban por los aires como si fuera cierto.
La mejor manera de hacerlo, según Waugh, era ejecutando de verdad todas las maniobras y no dejarlo en manos de la magia de los ordenadores en postproducción.
En "Need for Speed" un coche sobrevuela una autopista y recorre por el aire 160 pies, y es recogido en marcha por un helicóptero al borde de un precipicio en el río Colorado.
Esta forma "artesanal" de hacer películas de acción fue heredada de filmes de las décadas de 1960 y 1970 de alto octanaje como "Grand Prix" (1966), "Bullitt" (1968), "The French Connection" (1971) y "Vanishing Point" (1971) y se decidió que Aaron Paul ("Breaking Bad") fuera el "tipo duro" al volante.
Paul realizó cursos de conducción peligrosa para poder interpretar al personaje, Tobey Marshall, un hombre honrado que posee un taller, acusado de un delito que no cometió, y que no descansa hasta vengarse de su enemigo, por muchas millas que tenga que conducir.
"Crecí viendo películas de Steve McQueen, me gustaban. Antes de ser actor él era conductor, vivía y respiraba para los coches", dijo a Efe el intérprete que tomó como referencia a McQueen para su Marshall.
Las primeras críticas de "Need for Speed" reconocen el trabajo técnico, aunque al igual que ocurrió con "Act of Valor", se muestran insatisfechas con el fondo dramático de la historia, esto podría suponer un contratiempo para la película, si bien los aficionados al videojuego y al mundo del motor tienen otros alicientes.
Para la producción se usaron una decena de los llamados "supercoches", vehículos deportivos modificados para dar un rendimiento fuera de lo común, cuyo precio comercial ronda el millón de dólares de media, que se fabricaron específicamente para el rodaje y en los que se instalaron numerosas carrocerías para ahorrar costes en reparaciones.
Tan protagonista como Tobey Marshall es su Mustang modelo 2013 Shelby GT500, motor de ocho cilindros en V y velocidad máxima de 190 millas por hora, aunque la película pone en acción otros clásicos estadounidenses como el Ford Gran Torino de 1969, el Chevy Camaron de 1968 y el Pontiac GTO de 1966.
También gastan rueda un Koenigsegg Agera R, un Lamborghini Sesto Elemento, el deportivo español GTA Spano, un Bugatti Veyron y un McLaren P1 (todos parte del videojuego), y un Saleen S7.
Ante la incertidumbre del estreno, Paul demuestra tener nervios de acero, igual que su personaje.
"Para mí es otro día más", confesó seguro de que "Need for Speed" es una "buena y divertida" película. Si la taquilla responde, habrá secuelas, aunque a día de hoy "aún no hay planes" para eso. EFE