El jazz fue hoy el verdadero protagonista en Montreux gracias a que la cantante y pianista Diana Krall ofreció un concierto intimista que devolvió al festival su verdadera esencia, creando una atmósfera propia de las salas de fiesta y clubes de música de los años treinta.
La artista, nacida en Canadá en 1964, comenzó el espectáculo con los tres primeros temas de su último trabajo, "Glad Rag Doll", publicado en septiembre de 2012, "un álbum de canción y baile", como ella misma lo ha definido en repetidas ocasiones.
Un trabajo impregnado de las canciones que escuchaba de pequeña con su padre en casa, canciones de los años veinte y treinta, a las que ha conseguido dotar de una visión del siglos XXI: "Como si hubiesen sido escritos ayer", manifestó la artista.
"We just couldn’t say goodbye", "There ain’t no sweet man that’s worth the salt of my tears" y "Just like a Butterfly" fueron el primer plato con el que Krall, con un vestido negro largo y chaqueta de cuero, deleitó al público del abarrotado Auditorio Stravinski.
"Everything made for love" trajo las primeras risas de la noche entre el público, "una canción de boda, ¿alguien va a casarse ahora?".
Así fue como la presentó Krall, quien destacó que era especial porque la mayoría de las canciones hablan de separaciones y divorcios.
Pero el primer momento de éxtasis del concierto llegó con el clásico "Temptation" de Tom Waits, cuando una ingenua y espontánea Krall se dejó impresionar por los músicos que la acompañaban en el escenario.
El violinista Stuart Duncan y el guitarrista Aram Bajakian pudieron lucirse con este tema y arrancaron de forma repetida los aplausos de los espectadores.
Tras la tormenta llegó la calma, se marcharon los músicos, se apagaron las luces, Krall se quedó sola con su piano y un gramófono que decoraba el escenario.
"Claude Nobs", dijo casi susurrando y le dedicó "What I’ll do" de Irving Belin.
Claude Nobs, fundador y artífice del Festival de Jazz de Montrex -que este año celebra su 47 edición-, falleció a principios de año en un accidente de esquí.
Tras la desaparición de Nobs, la dirección del Festival fue confiada a uno de sus colaboradores más cercanos, Mathieu Jaton, de 37 años, de quien dependerá en cierta medida el futuro del evento.
A pesar de prometer conservar los cambios que Nobs había puesto en marcha en el Festival, Jaton ha traído a esta edición una programación más conservadora, el jazz, el blues y el intimismo vuelven a ser lo protagonistas, Diana Krall es un ejemplo de ello.
"Estoy agradecida por estar por quinta vez tocando en este festival, especialmente este año", confesó Krall refiriéndose a su participación en el primer festival sin "Funky Claude".
"A man need a maid", de Neil Young, y "A single twist fate", de Bob Dylan, trajeron de nuevo a los músicos al escenario y levantaron el furor del público.
Con estos temas y otros de Nat King Cole, Krall demostró que sigue sintiendo pasión por los clásicos, por aquellos temas que homenajean a las viejas leyendas del jazz y que tan bien le sientan a su voz limpia y profunda.
Y es que a pesar de que en su nuevo disco haya querido huir de los estándares del jazz y la bossa nova, que la han convertido en una superventas, no quiso que su público los echara en falta en el Festival del Jazz por excelencia.
Krall, en su continua charla con el público, mencionó a sus gemelos de seis años, que la acompañan allá donde ella vaya, para interpretar la última canción del concierto, "Prairie Lullaby", una nana que canta a los pequeños "aunque ellos estén aún saltando en la cama, son niños". /EFE