Decenas de edificios han sido dañados o destruidos en los actos de violencia sectaria que han llegado al sur de Birmania (Myanmar) desde la región central, donde cuatro ciudades se encuentran bajo el estado de excepción, informan hoy medios locales.
"Cerca de 60 edificios han sido destruidos. La violencia duró hasta las cuatro de la madrugada. Nosotros nos escondimos donde pudimos", declaró un birmano testigo de la violencia, al diario "The Irrawaddy".
Los incidentes empezaron anoche y se han registrado en las barriadas de mayoría musulmana de Okpho y Gyobingauk, dos pequeñas localidades inscritas a la división de Bago y ubicadas a unos 200 kilómetros al norte de Rangún, la antigua capital y principal centro financiero del país.
Un policía de Gyobingauk indicó al citado medio que en su población grupos de individuos desconocidos empezaron a agredir los vecindarios musulmanes el lunes por la noche y no se marcharon hasta las 6 de esta mañana.
También se ha informado de más altercados en Yamethin, donde prendió la ola de violencia sectaria el sábado pasado con el incendio de mezquitas y casas de musulmanes.
Yamethin, pertenece a la región de Mandalay y se encuentra a unos 60 kilómetros de Meiktila, la ciudad donde estalló el conflicto el 20 de marzo a raíz de una discusión entre los dueños de una tienda de oro y clientes budistas.
El Gobierno impuso el toque de queda el mismo día pero resultó infructuoso y el presidente birmano, Thein Sein, decretó el estado de excepción el viernes 22 de marzo en Meiktila, Wandwin, Mahlaing y Thazi, todas ellas circunscritas a Mandalay y a un centenar de kilómetros de la capital del país, Naypayidaw.
Hasta la fecha, al menos 40 personas han muerto, 35 han sido detenidas y más de 10.000 han sido desplazadas por los enfrentamientos entre miembros de la mayoritaria comunidad budista y la minoritaria musulmana.
Las autoridades y líderes de las principales religiones han llamado a la población a mantener la calma y eludir las confrontaciones, al tiempo que el Gobierno ha prometido protección y techo a todas las víctimas.
Naciones Unidas, la Unión Europea y Estados Unidos han expresado su preocupación por la creciente ola de violencia sectaria.
Algunos, como la Organización de la Amistad Interreligiosa han denunciado detrás de los ataques un plan desestabilizador para descarrilar al Gobierno de Thein Sein y su agenda progresista.
"Myanmar se encuentra en el camino adecuado para un mayor desarrollo, no obstante, varias clases de conflictos indeseables amenazan el progreso. La ciudadanía no debe participar en actos ilegales, sino impedirlos unida", dijo esta asociación en su llamamiento del fin de semana.
El año pasado, la violación y asesinato de una joven budista a manos de varios musulmanes en el estado de Rakhine (oeste) desató otra ola de violencia sectaria que ocasionó 163 muertos y más de 100.000 desplazados, de los que gran parte continúan en campamentos de refugiados.
Birmania inició un proceso de reformas aperturistas en 2011, cuando la última junta militar se disolvió y entregó el poder a un gobierno civil afín. EFE