En Estados Unidos millones de espectadores se han reído con las desventuras del protagonista de "Indentity Thief", que llegó a los cines el pasado fin de semana. Sin embargo, la película aborda un tema muy serio: el robo de identidad.
La cinta se centra en un empresario (Jason Bateman), que de repente no puede pagar con su tarjeta de crédito. Una mujer (Melissa McCarthy), de apariencia inocente, le ha robado su identidad. El protagonista se enfrenta a ella y de la contraposición de ambas personalidades tan diversas surge una comedia turbulenta que arranca más de una risa. Pero ese tipo de fraude en la vida real no hace gracia alguna y Ryan Frary lo sabe.
El 4 de octubre de 2012, Frary revisó el extracto de su cuenta bancaria como suele hacer todos los meses y se quedó paralizado cuando vio que se habían retirado 1.400 dólares (unos 1.080 euros) por una orden en el estado de Georgia, a más de 1.000 kilómetros de Washington, la ciudad natal de Frary.
"Al principio pensé que había sido una desafortunada broma de mi banco", explicó el joven de 29 años, pero cuando acudió a la sucursal a consultar, le explicaron que la cantidad había sido retirada con su nombre. Entonces se dio cuenta de la gravedad de la situación y tras comprobar la transacción online sólo podía haber una explicación: alguien le había robado su identidad y se había apoderado de su cuenta bancaria.
Lo que le sucedido a Frary, lo están viviendo cada vez más estadounidenses: según la organización económica Javelin Strategy la cifra de los afectados en 2011 aumentó un 13 por ciento. Cerca de 11,6 millones de estadounidenses fueron víctimas de un robo de indentidad. Y los daños en 2011 ascendieron a 18.000 millones de dólares (unos 13.000 millones de euros). Doug Johnson, de la American Bankers Association (ABA), señala que en muchos casos se trata de alguien del entorno de la víctima. "La mayoría de los robos de identidad suceden en el entorno de las amistades, en la consulta del médico o incluso en la familia", señala el vicepresidente de ABA para la protección de datos.
A ellos se suma que Estados Unidos, a diferencia de algunos países europeos, en menos de cinco minutos se puede uno abrir una cuenta en un banco por Internet. Lo único que se precisa es número de la seguridad social y la fecha de nacimiento correcta. Aunque resulta práctico, en realidad no es nada seguro. La secretaria de una consulta médica puede conseguir esta información fácilmente, así como también familiares y amigos. Los bancos casi nunca comprueban a quién corresponde la información de una cuenta.
Johnson, experto en la seguridad de datos, ve también un problema en todos aquellos usuarios que consultan sus datos bancarios desde el móvil. "La mayoría no protege su aparato con una contraseña o graba, por comodidad los datos de acceso de sus Apps", dijo. Entonces, al perder el celular se corre el peligro de estar regalando todos los datos personales a una persona que no se conoce.
Todavía le fue peor a la profesora Canita Gutierrez de Texas: la misteriosa doble de la texana resultó una descarada estafadora, según cuenta el diario "Kansas City Business Journal".
Durante años esta mujer consiguió vivir legalmente en Estados Unidos. La doble, procedente de México, consiguió un trabajo, un préstamo e incluso la licencia de conducir con la cédula de identidad robada a la verdadera Canita Gutiérrez.
Pero no sólo en Estados Unidos florece el sector del robo de datos. Según un estudio de Microsoft, también en otros países europeos y latinoamericanos se han registrado experiencias similares. Muchos usuarios no son conscientes de cómo han ido creciendo los riesgos potenciales.
En Estados Unidos, además, no hay una garantía de indemnización. "El banco sólo paga si se demuestra el delito", explica Johnson. A Frary le dieron el dinero que se le había sustraído, pero a día de hoy sigue sin saber cómo pudieron caer sus datos en manos de los ladrones./DPA