En la muy conservadora Malasia, una pequeña empresa familial de caucho se convirtió en el líder mundial de los preservativos, una exitosa historia emblemática del boom del mercado en Asia.
Con sabor a uva o frutilla, en forma de misiles o "baggy", texturados o multicolores: los preservativos presentados en el escritorio de Goh Miah Kiat no son el tipo de productos que se encuentran en una empresa familial con sede en una zona rural de un país de mayoría musulmana.
Los antepasados de Goh, director ejecutivo de Karex Industries, inmigraron de China en los años 1920. Su bisabuelo abrió un almacén de ramos generales en medio de una plantación de heveas en el sur de Malasia.
La familia plantó luego sus propios árboles y abrió Karex en 1988. Un año después la empresa producía sus primeros preservativos.
En 2013, esta empresa familiar alardea con que es el primer fabricante mundial en volumen, con 3.000 millones de preservativos por año exportados a más de cien países.
Carex –la marca desarrollada por Karex– controla alrededor de 15% del mercado mundial, según los expertos, delante de Durex, del británico Reckitt Benckisesr, y de Trojan, del estadounidense Church & Dwight. Durex y Trojan suman un total de 25% del mercado.
La empresa malaya, desconocida con respecto a los gigantes Durex y Trojan, no quiere quedarse ahí. Prevé duplicar su producción e ingresar a la Bolsa de Kuala Lumpur, por un monto y una fecha que aún no fueron fijados.
"Aprovechamos de un alza de la demanda", explicó Goh desde su empresa situada en la tranquila localidad de Pontian (sur).
Según las previsiones sectoriales, el mercado mundial debería alcanzar 4.600 millones de euros en 2015, por 27.000 millones de preservativos vendidos, contra 20.000 millones en 2012.
"Es una industria que no sufre por la crisis", resumió Goh. "Con tasas de crecimiento de alrededor de 8% anual, vamos a quedarnos en el mercado", agregó.
La mitad de la producción la compran los gobiernos o las agencias internacionales de lucha contra el sida.
China registra el mayor crecimiento, no sólo debido a una aceleración de los esfuerzos contra el sida, sino también por la liberalización de las costumbres.
Cada año se distribuyen en China gratuitamente 1.100 millones de preservativos.
Como en otras partes, los jóvenes asiáticos tienen relaciones sexuales más jóvenes y son más sensibles al mensaje de prevención que los mayores, explica Wei Siang Yu, sexólogo singapurense.
El fenómeno es notable en todo el continente, e incluso entre los muy católicos y conservadores filipinos, en donde se adoptó en enero una ley aún inimaginable hasta hace poco que exige de los centros de salud pública que distribuyan gratuitamente preservativos.
Pero los tabúes perduran y el preservativo sigue estando asociado en Asia a los "trabajadores del sexo", agregó. "Muchos asiáticos estiman que sólo puede haber intimidad sin preservativos", estimó./AFP