Río de Janeiro, una ciudad que podría aspirar al título de capital global del fútbol, parece vivir una suerte de maldición con sus estadios: en este momento sus dos principales escenarios para ese deporte están cerrados.
Los motivos por los cuales los estadios de Maracaná y Engenhão se encuentran inhabilitados difieren, pero tienen como común denominador los problemas con obras estructurales.
El Engenhão, cuyo nombre oficial es estadio João Havelange y se inauguró sólo seis años atrás, fue cerrado indefinidamente el martes por la Alcaldía de Río, que detectó fallas en su techo que implicarían riesgos para el público.
Además de haber sido elegido para recibir competiciones de atletismo de los Juegos Olímpicos de 2016, el Engenhão era el lugar de disputa de los principales partidos de fútbol en Río por el cierre temporal de Maracaná.
La remodelación del legendario Maracaná para el Mundial de fútbol 2014 ya debería haber concluido, pero arrastra atrasos y ha desatado polémicas que rozan fibras sensibles para los brasileños.
"Es la casa del hincha, del fútbol brasileño y hasta mundial, por ser Brasil pentacampeón del mundo", explicó Christopher Gaffney, profesor de urbanismo en la Universidad Federal Fluminense.
"El estadio mantenía ese carácter simbólico hasta ahora; es eso lo que está en disputa", añadió en entrevista con BBC Mundo.
De ayer a hoy
Los problemas en torno los estadios de Río están lejos de ser una novedad y al menos son tan viejos como el propio Maracaná, construido para el Mundial de fútbol de 1950 en Brasil.
Gaffney recordó que el estadio ya "nació en un conflicto, porque hubo peleas sobre dónde y cómo construirlo", y finalmente se inauguró con las obras sin terminar.
A eso se sumó la trágica derrota de la selección brasileña de fútbol en la final de 1950 ante Uruguay, denominada "Maracanazo", con el estadio colmado por unos 200.000 hinchas locales que iban seguros del triunfo.
"Entonces quedó con esa mancha de representar un lugar de fracaso", comentó Gaffney.
Pero luego llegaron los éxitos futbolísticos de Brasil y el Maracaná se valorizó como lugar "democrático" y de "encuentro de clases" por sus amplias tribunas integradas, dijo José Leite Lopes, un antropólogo en Río.
Sin embargo, agregó que los cariocas sienten que esa característica esencial del estadio se ha ido perdiendo con las reformas recientes a que fue sometido, que reducen su capacidad y dividen sus tribunas.
"Hay una cierta nostalgia de aquella época", comentó. "Existe cierta resistencia a esa comercialización de los estadios". /BBC MUNDO