La cantante Francisca Valenzuela y el exintegrante de Los Prisioneros Jorge González dieron este miércoles el toque reivindicativo a la 54 edición del Festival de Viña del Mar, en la noche chilena del certamen.
Ambos lo habían anunciado en las conferencias de prensa previas a sus funciones y cumplieron con lo prometido. Cada uno a su manera; Francisca más elegante, Jorge más visceral. Los dos dejaron su impronta en la ciudad balneario.
La joven Valenzuela fue la primera en aparecer en acción con una deslumbrante vestimenta plateada llena de purpurina, pendientes y pestañas incluidas.
Con solo dos discos en su haber, la chilena nacida en Estados Unidos ofreció una corta pero soberbia actuación de pop, rock y jazz en español, intercalada con unas palabras cargadas de intención, como la letra de sus canciones.
En una fría noche de verano austral, las quince mil personas de la Quinta Vergara movieron el esqueleto por primera vez en la cuarta jornada del festival gracias al tema "Buen soldado" (2011).
Consciente de su escaso tiempo -apenas treinta minutos-, la chilena se puso firme y, custodiada por guitarrista y bajo, dio rienda suelta a "Quiero Verte Más".
Acompañada por unas enormes luces de neón con su nombre, Valenzuela, que se llevó las antorchas de plata y de oro y las gaviotas de plata y de oro, deleitó al "Monstruo", como se denomina al público, con su voz sensual y melodiosa en "Mujer modelo".
La polifacética artista, que además de cantar es escritora, instrumentista y compositora, reconoció estar nerviosa. Aún así, quiso lanzar una consigna por la lucha de los derechos de las minorías sexuales.
"La siguiente canción es una canción de amor, que habla sobre lo afortunados que somos. Sin importar la identidad de género que uno tenga. En el amor no hay forma ni género", fue el "pequeño" mensaje que dejó Francisca Valenzuela antes de tocar "Afortunada".
Ya sin la chaquetilla, la princesa chilena del pop y del rock se desmelenó, presentó a su equipo, hizo saltar y bailar a los presentes y se despidió con "Muérdete la lengua" (2007).
Justo después llegó la competencia folclórica en la que los representantes de Bolivia, a diferencia de lo ocurrido el lunes, fueron recibidos con división de opiniones, síntoma de que poco después actuaba Jorge González.
La voz del rock de los ochenta arrancó con una declaración de intenciones con "No necesitamos banderas", un canto de Los Prisioneros en contra de algunas ataduras, tales como nacionalidades o religiones.
"No voy a la guerra contra el argentino, no voy a insultar al peruano. No a la guerra contra Bolivia, no a la guerra señor presidente", entonó el chileno, que por la mañana había apoyado una salida al mar para Bolivia.
El sonido "prisionero" de "We are sudamerican rockers" (1987) y "Quieren dinero" (1986) hizo botar a la gente entre banderas de Chile y del pueblo mapuche.
Sus diez años de ausencia en la ciudad jardín y su nueva vida en Berlín parecen no haber cambiado al cantante, que ya fuera con "Mi casa en el árbol" o "Paramar", no dejaba descansar ni un segundo al "Monstruo".
Jorge González prosiguió combinando ‘hits’ de su banda madre como "Tren al sur" o "Muevan las industrias"; con sus creaciones en solitario, desde "Fe" (1993) hasta "Es muy tarde" de su último disco, "Libro", lanzado este mismo miércoles.
Desde que el propio González, Miguel Tapia y Claudio Narea sacaran a la luz sus éxitos más conocidos y llenaran estadios por toda América Latina han pasado bastantes años.
Sin embargo, el mensaje de su música parece seguir vigente por temas como "El baile de los que sobran", un clásico musical que critica la falta de oportunidades de muchos jóvenes chilenos, y que en los últimos años se han manifestado por todo el país debido al alto coste de la educación superior.
"Se avecinan elecciones. Estamos ante la posibilidad de la derecha o la centroderecha. Si usted sale presidenta, señora Bachelet, y no cambia la constitución y manda matar a los mapuches, no se moleste", avisó el exlíder de Los Prisioneros, que más tarde entonó "¿Por qué no se van?".
Con este llamamiento, dos antorchas y una gaviota de plata bajo sus brazos y el recuerdo a un dirigente sindical fallecido recientemente de un balazo en su puesto de trabajo, Jorge González dijo adiós a la jornada chilena, reconvertida en la noche reivindicativa del festival de los festivales. /EFE