Detrás de un portón metálico lleno de grafitis en el pleno centro de Bogotá, jóvenes desaliñados y con aire de raperos soplan flautas y trombones antes del ensayo general de la orquesta La Favorita, en la que han encontrado una forma de rehabilitación.
Está agrupación musical está formada por jóvenes de ambos sexos, de entre 18 y 26 años de edad, que han decidido dejar atrás las pandillas, las adicciones y la violencia para construir una nueva opción de vida a través de la música.
Desde las nueve de la mañana, los 43 jóvenes que forman parte de la orquesta llegan a su "conservatorio" en la casa La Favorita, que da nombre a la banda, para nivelar sus conocimientos académicos mientras aprenden técnicas de canto, solfeo y a tocar un instrumento sinfónico.
A la Favorita solo ingresan quienes han cumplido la mayoría de edad y han tenido un proceso previo de rehabilitación en casas o programas del Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (Idipron) de Bogotá.
"Yo llegué al Idipron hace dos años y medio porque me gustaba mucho jugar máquinas y prefería vivir afuera… era muy callejero", afirma Christian David Sánchez, joven beneficiario de la banda.
Su madre, preocupada cuando vio que se ausentaba de la escuela, decidió entonces llevarlo al Instituto, que sólo recibe a los jóvenes si ellos quieren entrar y los ayuda por medio de la educación, el acompañamiento y la orientación.
Este año, dicho instituto ha trabajado con 9.735 jóvenes y han vinculado en prácticas de emprendimiento a 241, aseguró a Efe Martha Sandoval, jefa de planificación del centro.
"A la orquesta llegan con unos conocimientos musicales básicos. A partir de allí, se trabaja para que ellos ingresen a universidades y continúen con su proyecto de vida", aseguró Óscar Chuza, director de la banda.
Es el caso de Carolina Ayala, quien desde los 13 años forma parte del programa porque "era rara, callejera y robaba" y su madre quiso que tuviera una opción de vida diferente.
Ayala la encontró en la música. Al principio "era solo curiosidad" y luego fue por "amor al palito negro", como llama al clarinete que ahora toca orgullosa mientras espera ingresar a la universidad.
Y es que psicológicamente, la música permite que las personas que han tenido una vida marcada por las dificultades y las adicciones reconozcan sus habilidades y fortalezcan sus destrezas, explicó a Efe Ana Milena Zanabria, trabajadora social de La Favorita.
De esta manera, Zanabria asegura que los muchachos van adquiriendo disciplina, responsabilidad y compromiso, logrando superar "sus dificultades", alejándose de los "vicios de la calle" y aprovechando el tiempo de ocio.
Aunque La Favorita ha recibido nominaciones y premios, este año decidió asumir un reto mayor: participar en la categoría básica (mayores) del Concurso Nacional de Bandas que se celebra en la ciudad de Paipa, en el centro del país, y es Patrimonio Cultural de la Nación.
"Quisimos participar porque Colombia se perfila como potencia en Latinoamérica en bandas juveniles y sinfónicas. Es una experiencia de crecimiento y queremos que los jóvenes puedan interactuar en este ambiente", detalló Chuza. EFE