AFP
La explosión de una bomba en un santuario sufí atestado de gente en Pakistán ha dejado este jueves por lo menos 70 muertos y más de 150 heridos, siendo el más mortífero de una serie de ataques de insurgentes en el país durante esta semana.
El grupo yihadista Estado Islámico (EI) reivindicó la responsabilidad del ataque contra el santuario de Lal Shahbaz Qalandar en la ciudad de Sehwan, en la provincia de Sindh, a unos 200 kilómetros al noreste de la capital Karachi.
El atentado fue perpetrado por un kamikaze que entró en el santuario y accionó la carga explosiva que portaba entre medio de los fieles, indicó una fuente policial. El lugar estaba atestado de gente este jueves, considerado como un día sagrado de rezo para esta comunidad.
"Por el momento, 70 personas han muerto y hay más de 150 heridos", declaró a la AFP el jefe de la policía de la provincia de Sindh, A.D. Jawaja. "Muchos heridos están en estado crítico y serán transferidos a Karachi" lo antes posible, añadió.
"Tememos que el número de víctimas aumente", dijo Munawar Ali Mahesar, funcionario del gobierno local, precisando que los servicios de emergencia estaban intentado rescatar a los heridos.
Los servicios de emergencia se encuentran en Sehwan, donde el hospital más cercano se encuentra a 130 kilómetros.
El primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, realizó rápidamente una declaración diciendo que el ataque contra los sufíes se consideraba una "amenaza directa", mientra el jefe militar, Qamer Javed Bajwa, hizo un llamamiento a la calma, tranquilizando a los paquistaníes. "Vuestras fuerzas de seguridad no permitirán que los poderes hostiles tengan éxito", dijo.
Pakistán ha vivido una mejora dramática en seguridad en los últimos dos años, pero una serie de ataques en esta semana -la mayoría reivindicados por los talibanes paquistaníes- ha sacudido la creciente sensación de optimismo.
Talibanes reivindican ataques
Jamaat-ul-Ahrar, una facción de los talibanes de Pakistán, reivindicó varios ataques esta semana, incluyendo un atentado suicida en Lahore, que causó 13 muertos y docenas de heridos.
El miércoles, cuatro terroristas suicidas perpetraron un ataque en el noroeste de Pakistán, matando a seis personas.
"Los últimos días han sido duros y mi corazón está con las víctimas. Pero no podemos dejar que estos acontecimientos nos dividan o nos asusten", dijo Sharif en su declaración.
Los ataques subrayan la lucha de Pakistán para acabar con el extremismo, que se intensificó después del ataque más mortífero ocurrido en el país, un asalto de los talibanes paquistaníes contra una escuela en Peshawar en 2014, que dejó más de 150 muertos, la mayoría de ellos niños y adolescentes.
El ejercito intensificó una operación esperada durante mucho tiempo en las zonas tribales semiautónomas, donde los insurgentes operaban sin impunidad, y el gobierno lanzó un aplaudido Plan de Acción Nacional contra el extremismo.
Muchos críticos advierten sin embargo que las medidas severas no abordan las causas profundas del extremismo, y grupos como los talibanes paquistaníes -y, cada vez más, el Estado Islámico (EI)– todavía pueden cometer ataques espectaculares.