Esta situación, puesta de manifiesto en las encuestas que le otorgan un 31 por ciento de respaldo y un 61 por ciento de rechazo, se ha visto agravada en los últimos días por el malestar que ha causado la gestión de la crisis por los aludes e inundaciones en las regiones norteñas de Antofagasta y Atacama, que han causado 25 muertos, 101 desaparecidos y casi 30.000 damnificados.
No es la primera vez que Bachelet se enfrenta a una catástrofe de grandes dimensiones. Chile, un país geológicamente muy joven, está habituado a terremotos y erupciones volcánicas, a lo que en ocasiones se añaden gigantescos incendios e intensas riadas, como las que dos semanas atrás arrasaron varias localidades del desierto de Atacama.
Cuando en febrero de 2010, a punto de acabar su primer gobierno, se produjo uno de los terremotos más destructivos que ha sacudido el país, la jefa de Estado fue criticada por la tardanza de las autoridades en reaccionar y la falta de recursos para hacer frente a la tragedia, que provocó 525 muertos, dos millones de damnificados y pérdidas materiales por valor de 30.000 millones de dólares.
Al volver al poder, en marzo de 2014, con un apoyo del 70 por ciento, la mandataria dio muestras de haber aprendido de sus errores. A las pocas semanas, un terremoto en Iquique y un incendio en Valparaíso pusieron a prueba esas enseñanzas.
2015-04-05