Pedro Eduardo Leal
Al medio día de este viernes, fueron incinerados, en un acto privado, los restos de la aristócrata con más títulos nobiliarios del mundo, Cayetana Fitz-James Stuart; fallecida a los 88 años en el Palacio de las Dueñas, en la misma localidad.
Luego que permaneciera, desde la tarde de este jueves, en capilla ardiente en el Ayuntamiento de la ciudad, por donde desfilaron cerca de 80.000 personas para rendir homenaje; el cadáver de la duquesa de alba fue trasladado hasta la catedral de Sevilla; recorrido en el que se congregaron cientos de ciudadanos para dar palmas "por sevillanas" a su ciudadana más ilustre.
En la catedral aguadaba el arzobispo emérito de Sevilla, cardenal Carlos Amigo Vallejo, quien ofició la misa de funeral, como se había anunciado previamente. En las exequias estuvieron presentes la infanta Elena, hermana de Felipe VI, en representación del rey de España, y el ministro de Defensa, Pedro Morenés, en nombre del Gobierno español, junto a autoridades locales.
Otras cuatro mil personas, entre familiares, allegados a la fallecida y curiosos asistieron al funeral. Entre ellos los hijos y el viudo de Cayetana de Alba, a la que el arzobispo definió como "noble por herencia y noble, muy noble, de corazón. Noble en el servicio a los más necesitados".
Una vez consumada la ceremonia religiosa, el féretro de la aristócrata, cubierto con la bandera de España y la del emblema de la Casa de Alba, fue trasladado para la incineración.
Se tiene previsto que las cenizas de la duquesa serán repartidas, una parte será depositada en la sevillana iglesia del Cristo de los Gitanos, de la que era muy devota, y que ella misma financiaba; mientras que el resto será llevado al panteón familiar que la Casa de Alba tiene en un convento de Loeches, una localidad próxima a Madrid, panteón en el que están enterrados los dos primeros maridos de la duquesa, así como sus antepasados ilustres.
2014-11-21