EFE
La Cumbre Iberoamericana abrió hoy en Veracruz una nueva página con el desafío de mantener su vigencia en una región en la que la proliferación de organismos multilaterales ha debilitado el único foro que reúne a los gobernantes de América Latina, España y Portugal.
Las ausencias notables de algunos de los presidentes fue una vez más utilizada como el termómetro para medir la salud de la cumbre, que en esta ocasión registró seis bajas destacadas, los presidentes de Argentina, Brasil, Bolivia, Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Algunas de esas ausencias, como la del presidente boliviano, Evo Morales, que previamente había confirmado su asistencia, la de Nicolás Maduro, o la del nicaraguense, Daniel Ortega, dejaron patente el creciente desapego del eje bolivariano a este foro, fundado en 1991 con el impulso del entonces rey de España Juan Carlos I y México.
23 años después la cumbre sigue en pié y se intenta revitalizarla espaciando sus encuentros para alternarla cada dos años con las cumbres que la Unión Europea celebra a su vez con Latinoamérica.
El proceso de refundación que hoy concluyó su primera parte en Veracruz, en palabras de la nueva secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan, busca además que este foro encuentre su lugar en el área iberoamericana descendiendo de las proclamas políticas a asuntos concretos y prácticos que repercutan directamente en los ciudadanos.
Áreas como la cooperación y los intercambios en el campo de la educación y la cultura figuran entre los objetivos planteados para acercar las cumbres iberoamericanas a los intereses de la población de estos países, que abarcan un área de 650 millones de personas, que en conjunto suponen el 10 por ciento del PIB global.
Tanto España, el país junto con México más impulsor de estas cumbres, como la Segib, creada específicamente para coordinarlas, trataron hoy de restar importancia a las ausencias de mandatarios.
De hecho Grynspan, que se estrenaba en el foro al igual que el rey Felipe de España, aseguró en una declaración ante la prensa al final de la reunión que este fue "el encuentro más concurrido desde 2005, junto con la de Chile, de 2010″.
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, que sí asistió a la cita de México, afirmó hoy que la Cumbre Iberoamericana está a prueba y que de los resultados que consiga en esta nueva etapa que hoy se abre dependerá si tiene otros 23 años por delante.
Correa, que es uno de los principales impulsores de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), cree que en contra de la Iberoamericana juega que hay demasiadas cumbres y también realidades diferentes entre las dos orillas del Atlántico.
"Necesitamos tener un espacio de unión (América Latina, España y Portugal), pero al final resulta un poco forzado, somos países de diferentes niveles, de diferentes desarrollos".
"Dependerá de los frutos que den estas cumbres y en lo que tiene razón Evo es que hasta ahora los frutos no han sido muy claros. A mi también cada año me parecían ineficientes estas cumbres", agregó el presidente ecuatoriano, que explicó que acudió a la reunión de Veracruz "por el respeto al presidente (Enrique) Peña Nieto y el respeto hacia México".
El ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, defendió la renovación que se culmina al asegurar que es un cambio real "no maquillaje" e incidió en que "lo importante" de la cumbre "no son las ausencias", sino la continuidad de estos foros y la "reforma profunda" que se ha acordado.
"Lo que las cumbres no van a ser es Pentecostés, que se aparezca el espíritu santo y las diferencias desaparezcan, yo me haga bolivariano o Maduro (Nicolás, presidente de Venezuela) se haga demócrata cristiano. Esas cosas no pasan", ironizó el ministro.
La nueva secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan, animó en la inauguración a los dirigentes a buscar la complementariedad como comunidad, sin competir, e invitó a una relación "simétrica" y "horizontal".
Para ilustrar las ventajas de aunar fuerzas recurrió a un proverbio africano que dice: "si uno quiere ir deprisa, va solo, pero si quiere ir más lejos, va acompañado", aunque ahora se trata de dilucidar si los países latinoamericanos quieren realmente caminar de la mano de su familia europea.