Una pequeña azotea de diez metros cuadrados cubierta con techo de lámina es la zona de descanso para una veintena de aves que Orlando Jiménez, estudiante de biología de 27 años, trata de recuperar.
En la vivienda, que comparte con sus padres, Jiménez atiende -muchas horas por día- a las aves, les prepara su alimento a base de pollitos trozados, les cura heridas, les aplica vitaminas.
"Ha sido difícil llegar a donde estamos, pero eso no significa que hoy sea más fácil. Seguimos teniendo muchas necesidades como un mejor lugar para mantener y atender a las aves, no podemos costear exámenes veterinarios complicados. Hacen falta fondos", aseguró Jiménez a la AFP.
A diario, como desde hace siete años, el joven se levanta al alba para comenzar una tarea absorbente y que lo llevo en 2010 a interrumpir sus estudios -a un año de graduarse- para dedicarse a tiempo completo a sus protegidas.
Algunas de las aves que atiende fueron rescatadas de un cautiverio por las autoridades de medio ambiente o la policía, otras llegaron en manos de personas particulares que las encontraron heridas en una carretera o en el campo.
Durante la semana y ahora con ayuda de jóvenes voluntarios, entre ellos un médico veterinario, Jiménez lleva por turnos a las aves hasta una pradera cerca de su casa en donde las pone a volar para que recuperen su capacidad.
Con caperuzas en sus cabezas para evitar que se asusten y con una soga atada a sus patas para que no escapen, un gavilán de cola blanca y un halcón peregrino son llevados a su sesión de vuelo.
Como un experimentado cetrero, Jiménez con un guante de cuero grueso en su mano deja que las aves se posen y luego hagan vuelos cortos. "El (halcón) peregrino esta volando muy bien, ha recuperado buena capacidad en sus alas", afirma el veterinario Reynaldo Flores, mientras observa el vuelo silencioso.
En el país, según el ministerio de Medio Ambiente, las aves rapaces forman parte de los listados de especies protegidas, pero esa protección queda en el papel pues la caza y el comercio ilegal acaba con muchas de ellas.
La esperanza de ayuda
Cuidar las aves demanda dinero, en promedio se requiere de unos 50 dólares mensuales por cada una y eso es algo que siempre preocupa a Jiménez.
Pero ahora el joven tiene una esperanza, pues desde hace poco unos meses personas altruistas, al conocer su trabajo, decidieron apoyarlo y fundaron la asociación ALAS, una organización no gubernamental dedicada a la rehabilitación de aves, única en su tipo en El Salvador.
ALAS gestiona con empresas locales apoyo para levantar un centro de rescate para aves silvestres de todo tipo, porque la casa de los padres de Jiménez quedó chica, explicó a la AFP la presidenta de la asociación, Silvia de Barraza.
"Decidimos apoyar el esfuerzo de Orlando, pues nos pareció algo loable, y hoy tenemos el reto de luchar contra una cultura de las personas de tomar a las aves silvestres como mascotas o de dañarlas", sostuvo de Barraza.
La tarea no es fácil. ALAS aún no obtiene todo el apoyo financiero requerido y mientras tanto el conservacionista lucha por seguir adelante mientras atiende 150 aves cada año y se pregunta como cumplir su plan de, además, de retomar lo antes posible sus estudios./AFP