DPA
Enfrentamientos entre manifestantes opositores al gobierno y las fuerzas de seguridad en Egipto en el tercer aniversario de la revolución que acabó con el régimen de Hosni Mubarak dejaron hoy 29 muertos y 167 heridos.
El gobierno de transición egipcio celebró este sábado, rodeado de estrictas medidas de seguridad, el aniversario en la simbólica plaza Tahrir, el mismo escenario de la revuelta que acabó derrocando el antiguo régimen.
Miles de seguidores del Ejecutivo acudieron a la plaza con banderas egipcias e imágenes del jefe del Ejército y ministro de Defensa, el general Abdel Fattah al Sisi, en lo que parecía una mezcla de fiesta familiar y de campaña electoral por Al Sisi. En algunas pancartas se leía "¡Cumpla su misión!"
"Nadie nos salvará sino Al Sisi", gritaba una mujer durante las celebraciones.
Las medidas de seguridad eran hoy enormes en El Cairo. Las calles eran sobrevoladas por helicópteros militares mientras desde el viernes los tanques del Ejército cercaron la emblemática plaza y la rodearon de alambre de espino, de forma que los participantes en la manifestación sólo podían entrar por una entrada de seguridad habilitada para evitar la entrada de armas o bombas.
Así, los contramanifestantes convocados por seguidores de los Hermanos Musulmanes y activistas revolucionarios sólo pudieron formar filas en una de las calles de acceso y la policía los dispersó con gases lacrimógenos y disparos al aire. 300 manifestantes fueron detenidos.
El Frente para la Defensa de los Manifestantes egipcios aseguró que entre los detenidos hay también periodistas. El 25 de enero de 2011 comenzaron en esa misma plaza las protestas masivas contra el Estado policial. Sin embargo y paradójicamente quienes hoy celebran el aniversario de su caída son seguidores del actual gobierno militar.
Las manifestaciones de simpatizantes del gobierno se extendieron por otras partes de la capital y en la mayoría de ciudades del país. También los ilegalizados Hermanos Musulmanes llamaron a sus fieles a manifestarse en todo el país.
Al Sisi dirigió el golpe militar de julio que, tras días de manifestaciones multitudinarias, derrocó al presidente Mohamed Mursi y traspasó al poder a un gobierno de transición civil que ha aprobado una nueva Constitución. En tres meses se celebrarán elecciones presidenciales y aunque Al Sisi aún no ha hecho oficial su candidatura, se considera muy probable que se presente a presidente.
Mientras, el nerviosismo aumenta por la creciente violencia: a primera hora de la mañana, un grupo de hombres lanzó desde una moto un explosivo contra un edificio de la policía en El Cairo. A parecer un policía resultó herido.
Al menos 16 personas resultaron heridas en otra explosión en una base de la policía en la ciudad costera de Suez, informaron fuentes de la seguridad del país, sin que estén claras las circunstancias de la explosión. Tras la detonación, comenzó un tiroteo entre las fuerzas de la seguridad y desconocidos.
El viernes, seis personas murieron y casi un centenar resultaron heridas en cuatro atentados perpetrados en El Cairo, uno de ellos ante la dirección de la policía. Al contrario de lo que se dijo en un primer momento, se cree que el ataque cometido por la organización Ansar Beit al Makis no fue un ataque suicida.
Imágenes grabadas por una cámara de vigilancia difundidas la noche del viernes muestran cómo el atacante colocaba el coche cargado de explosivos ante la central de la policía que luego al parecer detonó por control remoto.
Además, los enfrentamientos entre islamistas y las fuerzas de seguridad acabaron con la vida de otras 14 personas en todo el país. En el norte de la península del Sinaí, un helicóptero del Ejército cayó a tierra en circunstancias poco claras y sus cinco tripulantes murieron.
Mientras tanto, el líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, pidió a los musulmanes egipcios que no ataquen a la minoría cristiana en ese país, alegando que ello podría proporcionar "una excusa" a Occidente para intervenir.
En un mensaje de audio emitido hoy, Al Zawahiri señaló que los musulmanes deberían estar "ocupados enfrentando el golpe de (el jefe del Ejército Abdel Fatttah) Al Sissi, respaldado por Estados Unidos y establecer en su lugar un gobierno islámico".
"No debemos buscar la guerra con los cristianos porque ello da a Occidente una excusa, como ha ocurrido antes", añadió Al Zawahiri.