EE.UU. evitó in extremis declararse en suspensión de pagos y prolongar una crisis con consecuencias desastrosas a nivel global, pero el daño causado ha quedado reflejado en pérdidas millonarias para su economía y sobre todo en la caída de la confianza y respeto en su sistema político.
"Las cosas podrían haber sido peores. Esta semana nos las arreglamos para evitar caer por el precipicio. Pero todavía estamos en el camino hacia ninguna parte", reflexionó en The New York Times el Nobel de Economía Paul Krugman.
Un informe de la agencia Standard & Poor’s calcula que la paralización de la Administración federal por falta de fondos, que duró 16 días, ha causado unas pérdidas de 1.500 millones de dólares diarios a la economía estadounidense y costará seis décimas al crecimiento esperado para el cuarto trimestre del año.
Otro informe de la consultora Macroeconomic Advisers estima que las "crisis" fiscales que han sido la norma en el país desde 2010, cuando los republicanos pasaron a ser mayoría en la Cámara de Representantes del Congreso, han restado un 1 % a la tasa de crecimiento en los últimos tres años.
Además, esa firma sostiene que la tasa de desempleo, actualmente en el 7,3 % y uno de los mayores lastres de la recuperación económica, estaría en torno al 6 % en ausencia de confrontación política.
"La mayor parte de la culpa del camino equivocado que hemos tomado en política económica recae en los extremistas y extorsionistas que controlan la Cámara de Representantes", sostuvo Krugman en alusión al Tea Party, el ala más conservadora de los republicanos.
Según indicó a Efe Steffen Schmidt, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Iowa, "el mayor daño" de esta crisis "ha sido la introducción de una gran incertidumbre en el sistema financiero".
Ese sistema se basa en una "confianza" y "previsibilidad" que "han quedado dañadas", afirmó Schmidt.
El propio secretario del Tesoro de EE.UU., Jack Lew, recordó durante la asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington que su país es el "ancla del sistema financiero mundial" y el lugar al que acuden los inversores cuando aumenta el riesgo global, e insistió en que no se puede poner en juego esa reputación.
"Con los mercados financieros más líquidos, cuando aumenta el riesgo, los inversores acuden a Estados Unidos en búsqueda de seguridad y activos de calidad", argumentó Lew.
Pero, más allá de las consecuencias netamente económicas y financieras de esta crisis, también se han abierto importantes grietas "en la confianza y el respeto por el sistema político de Estados Unidos", declaró Schmidt a Efe.
"Probablemente nada ha hecho más daño a la credibilidad de Estados Unidos en el mundo, a nuestra posición con respecto a otros países, que el espectáculo que hemos visto en las últimas semanas", admitió el presidente Barack Obama en un discurso desde la Casa Blanca.
Esta crisis "envalentona a nuestros enemigos, alienta a nuestros competidores y deprime a los amigos que acuden a nosotros en busca de un liderazgo firme", subrayó Obama.
Por si fuera poco, Schmidt augura "más turbulencias" en el horizonte para mantener a la Administración abierta a partir del 15 de enero, cuando se agotarán los fondos aprobados ahora, y otra "potencial pelea" para elevar el techo del endeudamiento, que se alcanzará el 7 de febrero.
Toda esta incertidumbre genera "una continua estabilidad" para la economía global, advirtió este analista.
Las nuevas batallas presupuestarias que se avecinan le darán a Obama la oportunidad de demostrar si está preparado realmente para impulsar el tipo de bipartidismo que lleva mucho tiempo prometiendo y colaborar con los republicanos más moderados del Congreso.
También serán una prueba de fuego, de cara a sus aspiraciones en las elecciones legislativas de finales de 2014, para el Tea Party, el gran perdedor de esta crisis./EFE
2013-10-18