Estados Unidos recordó hoy en una ceremonia solemne la firma del armisticio que hace 60 años puso fin a la Guerra de Corea (1950-53), un conflicto que el presidente estadounidense, Barack Obama, dijo que el país no debe olvidar porque ha enseñado valiosas lecciones.
Tras una ofrenda floral y frente a veteranos que ahora rondan los 80 años, el presidente estadounidense, Barack Obama, rememoró un conflicto que se cobró más de 2 millones de vidas y acabó donde empezó, con la Península de Corea divida en dos por el paralelo 38 y sin que se haya firmado un tratado de paz.
En el monumento que en Washington recuerda a los más de 36.000 caídos estadounidenses y refleja la dureza de esa guerra, en la que no solo se luchó un enemigo que les superaba en número, sino contra los elementos, Obama aseguró que EE.UU. consiguió en Corea la primera victoria de la Guerra Fría.
Obama dijo que "con seguridad" se puede decir que "esa guerra no fue un empate, fue una victoria" para EE.UU. y sus aliados, que ha permitido que hoy 50 millones de surcoreanos vivan en "una vibrante democracia" en contraste con la "pobreza y represión" de Corea del Norte.
El mandatario pidió tomar un momento en "nuestras atareadas vidas" para recordar los sacrificios de los veteranos de la que se ha dado en llamar la "Guerra Olvidada" y que dejó un legado que no ha sido reconocido por el pueblo estadounidense lo suficiente.
Alrededor de 1,7 millones de estadounidenses lucharon en Corea y Estados Unidos intenta recuperar los restos de los 8.000 soldados que descansan aún el campo de batalla en territorio norcoreano.
"A diferencia de la II Guerra Mundial, la de Corea no movilizó a nuestro país y estos veteranos no regresaron a desfiles; a diferencia de la Guerra de Vietnam, la de Corea no desgarró al país y estos veteranos no regresaron a protestas", afirmó el mandatario.
El presidente, que estuvo acompañado por el secretario de Defensa, Chuck Hagel, y representantes surcoreanos, dijo que la alianza entre Estados Unidos y Corea del Sur es piedra angular de la estabilidad en la región del Pacífico y un ejemplo de como la libertad persistió en la primera gran batalla de la Guerra Fría.
"Corea nos ha enseñado los peligros de no estar preparados…Hoy, cuando finalizamos una década de guerra y reorientamos nuestras fuerzas para el futuro…nuestros aliados y adversarios deben saber que los Estados Unidos de América mantendrán las Fuerzas Armadas más fuertes jamás conocidas, sin que nada lo impida", aseveró Obama.
EE.UU. comandó un contingente de Naciones Unidas, integrado por 16 naciones, entre ellas Colombia, para asistir a Corea del Sur y hacer frente a las tropas norcoreanas y sus aliados comunistas chinos y soviéticos, que en conjunto superaban el millón y medio de soldados.
Para Obama este hecho fue la demostración de que "las alianzas y las instituciones internacionales son una extensión de nuestra influencia, no un límite a nuestro poder, y son críticas para nuestro objetivo a largo plazo de paz y prosperidad".
La conmemoración que presidió Obama fue presenciada por 5.000 personas y contó con momento emotivo cuando el coro del Ejército de Estados Unidos cantó "Arirang", una canción tradicional considerada un himno nacional tanto para surcoreanos como norcoreanos, que siguen considerándose un solo pueblo.
La ceremonia de Washington contrasta con los masivos desfiles y exhibición de fuerza con los que el régimen comunista norcoreano de Kim Jong-un celebró en Pyongyang lo que ellos también consideran una victoria sobre las fuerzas estadounidenses. EFE