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El escándalo Stravinski: cien años de "Le Sacre du Printemps"

Sabado, 25 de mayo de 2013 a las 07:30 pm
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 Es quizá el escándalo más conocido de la historia de la música: el 29 de mayo de 1913, la pieza "Le Sacre du Printemps" ("La consagración de la primavera") del ruso Ígor Stravinski conmocionó al público en París y provocó tumultos durante la premiere en los que se llegó incluso a las manos, y que dieron a conocer al compositor en todo el mundo.

Aquella obra, de cuyo estreno se cumplen cien años el miércoles, fue una provocación intencionada, pero también algo más que eso.

"Todos los espectadores entendieron que estaba ocurriendo algo nuevo. Los más mayores lo rechazaban, los jóvenes sintieron el cambio", cree el experto en música alemán Ulrich Michels. Para él, fue esa noche en el Théâtre des Champs Elysées donde nació la música moderna.

¿Pero qué ocurrió allí? El ballet ruso dirigido por Serge Diaghilev encargó una pieza a Stravinski, que entonces, a sus 31 años, era conocido sobre todo por su ballet "El pájaro de fuego". Éste se desmarcó de su tradición rusa y presentó una composición basada casi exclusivamente en el ritmo.

El bailarín Vaslav Niyinsky fue autor de la coreografía del ballet, que giraba en torno a una mujer que en un ritual arcaico era sacrificada al dios del sol, con movimientos novedosos, angulosos y pesados.

El público quedó conmocionado: en lugar de hermosas melodías recibió ritmo y no para aplaudir: Stravinski irritó y molestó con continuos cambios de compás.

Un testigo del momento escribió sobre un joven espectador que veía la obra detrás de él: "Sufría tal excitación que tamborileaba continuamente con sus puños en mi cabeza. Y mi excitación era tal que durante mucho tiempo ni siquiera sentí los golpes".

Para la escena cultural parisina de entonces, "con un gusto sobrerrefinado, casi decadente, esos brutales y sencillos sonidos parecían un ataque", describe el experto en música Dariusz Szymanski, de la Festspielhaus de Baden-Baden. "Quizá es comparable con la estética punk que también simplifica y que quiere expresar todo con dos acordes, aunque ‘Le Sacre’ es una pieza muy compleja".

Muchos espectadores de esa noche acabaron arrastrados en un tumulto, recordaba el escritor Jean Cocteau. "La gente reía, había burlas, pitaba, hacía sonidos de animales y quizá se hubieran cansado a la larga si no fuera porque la multitud de estetas y músicos, en su exagerado celo, se puso a ofender al público de los palcos, y a atacarlo físicamente".

Se produjeron algunas peleas que dejaron 27 heridos. El propio Stravinski huyó de la zona de espectadores para esconderse en el lugar destinado para la orquesta y después a la parte de atrás del escenario saltando por una ventana.

Las críticas fueron devastadoras. Giacomo Puccini escribió: "No hay duda de que la pieza es de una originalidad y una notable parte de talento. Pero en conjunto recuerda a la obra de un loco". Claude Debussy habló de una "Massacre du Printemps" (masacre de la primavera) .

El compositor alemán Wolfgang Rihm observa lo ocurrido hace cien años con sentimientos encontrados. Lo negativo fue que nació "el fetiche del concierto del escándalo". "Desde entonces todo compositor mediocre aspira a un escándalo de este tipo que pruebe inequívocamente que el público, que es tonto, no ha sabido reconocer su obra, muy significativa".

Sin embargo, lo positivo es que "esta maravillosa obra se tocó por primera vez", considera Rihm. Y desde entonces cada vez con gran éxito.

Con motivo del aniversario algunos escenarios la han incluido en su programa, sobre todo el propio Teatro de los Campos Elíseos, a cargo de la coreógrafa Sasha Waltz, con la orquesta del Teatro Mariinski de San Petersburgo.

Ahora es casi unánime la fama de la "increíble calidad" de la pieza y "Le Sacre" se celebra como el inicio de una nueva gran tendencia musical y apenas se entiende la agitación que causó en sus inicios. "Con el pop y el rock nos hemos acostumbrado a experimentar música basada en el ritmo", señala Szymanski. Por eso considera "Le Sacre", junto al "Carmina Burana" de Carl Orff, como obras que pueden acercar la música clásica a los jóvenes./DPA