EFE
El Maidán de Kiev y sus calles adyacentes, epicentro de la revolución que hizo caer al régimen de Víktor Yanukóvich, recuerda hoy al cerca de centenar de personas que perdieron la vida en los violentos disturbios, convertido en un verdadero memorial a los caídos.
Kievitas y ucranianos llegados de otros rincones del país pasean por la plaza de la Independencia y sus alrededores para hacerse fotos allí donde hace tres días morían manifestantes y agentes de la policía, algunos a manos de francotiradores y otros en violentos enfrentamientos.
Cámaras de foto y vídeo en mano, muchos ciudadanos ajenos a la violencia que se vivió esta semana en la capital ucraniana se retratan frente a los camiones del Ejército quemados por los manifestantes en las calles Institútskaya y Sholkovíchnaya.
Hace cinco días murieron aquí decenas de manifestantes cuando trataron de romper el cordón policial para llegar hasta la Rada Suprema (Parlamento), y hace tres, centenares de antidisturbios y soldados aún protegían armados estas calles, conocidas como el barrio gubernamental de Kiev.
Hoy, mujeres y niños vuelven a pasear por el centro histórico de su ciudad para comprobar con sus propios ojos los estragos de la violencia.
El Maidán, como ya se conoce en todo el mundo la plaza de la Independencia, y sus alrededores, recobran poco a poco la normalidad.
Cafeterías y comercios han vuelto a abrir sus puertas al público incluso en la calle Institútskaya, por la que se accede a la administración presidencial y que durante semanas estuvo bloqueada por las fuerzas de seguridad.
En la plaza de Europa, donde el jueves tuvieron lugar los primeros enfrentamientos cara a cara entre las autodefensas del Maidán y los antidisturbios "Berkut", un activista vestido con uniforme de camuflaje enseña a los curiosos medio centenar de proyectiles recogidos después de los disturbios.
A pocos metros de la espontánea exposición, que incluye un relato de los trágicos acontecimientos de esta semana, una pareja de jóvenes fotografía orificios de bala en el escaparate de una tienda.
Miles y miles de claveles depositados allí donde murieron los héroes de esta nueva Ucrania recuerdan el precio que han pagado los manifestantes por deponer al presidente Víktor Yanukóvich.
"El altar de la libertad está regado de sangre. Es una lástima que hayan caído nuestros chicos, pero la victoria ha merecido la pena", dice a Efe Galina, una mujer de mediana edad.
"Si Yanukóvich hubiera tenido vergüenza, no habría habido derramamiento de sangre. La victoria ha valido la pena pero ha costado demasiado", insiste, por su parte, Vera, otra visitante del memorial a las víctimas.
En las barricadas que delimitan los accesos a la plaza y también a las calles cercanas, hileras de ramos de flores y velas comparten espacio con las aún armadas autodefensas.
Los defensores de la independencia de Ucrania, como se consideran a sí mismos, no tienen intención de abandonar sus puestos en las barricadas ni tampoco dejar el Maidán para volver con sus familias.
Como dijo anoche en un encendido discurso la recién excarcelada Yulia Timoshenko, ex primera ministra del país, el Maidán se queda donde está hasta que las promesas de cambio se conviertan en realidad.
Los tres meses de protestas contra el ahora huido Yanukóvich cristalizaron ayer en una victoria absoluta de la oposición que lideró hasta entonces el movimiento popular contra el presidente y su entorno.
En una histórica sesión que continuó hoy, una renovada mayoría parlamentaria en la Rada Suprema destituyó ayer a Yanukóvich por dejación de sus funciones constitucionales, convocó elecciones presidenciales anticipadas para el próximo 25 de mayo y ordenó la inmediata liberación de Timoshenko, condenada por abuso de poder.
A partir de ahí, en una frenética actividad, el legislativo emprendió la aprobación de una riada de resoluciones para formalizar la toma del poder revolucionario y el nombramiento de nuevos altos cargos para el país. EFE