El papa Francisco dijo hoy que "no fue fácil" para la Virgen la Anunciación del Ángel que sería madre del Hijo de Dios y que, desde el primer instante de su concepción, estaría libre de todo pecado.
El papa dirigió hoy su alocución desde la ventana del Palacio Apostólico antes del rezo del Ángelus a miles de fieles y peregrinos que abarrotaron la Plaza de San Pedro, el día que se celebra la Inmaculada Concepción de María que coincide con el segundo domingo de Adviento.
El pontífice hizo alusión al Evangelio de San Lucas que presenta a una muchacha de Nazaret, en Galilea, en la periferia del Imperio romano y también en la periferia de Israel y sobre quien el Señor posó su mirada y la eligió para ser madre de su Hijo.
"Y la Virgen no se alejó nunca del amor hacia Dios, toda su vida, todo su ser es un sí a Dios", refirió.
"Pero no fue ciertamente fácil para ella" -dijo el papa Francisco-, cuando el Ángel la llama "llena de gracia", ella queda "muy turbada" porque en su humildad se siente nada ante Dios.
El Ángel la reconforta "no temáis María porque has encontrado la gracia en Dios. Y concebirás un hijo… y lo llamarás Jesús".
Este anuncio, según el papa, la inquieta todavía más, también porque no se había casado todavía con José; pero el Ángel agrega: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti… por tanto el que nazca será santo y será llamado Hijo de Dios".
María -relató el papa- escucha, obedece interiormente y responde: "Esta es la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra".
El papa abordó así el dogma de la Inmaculada Concepción, también conocido como Purísima Concepción, que sostiene que María, madre de Jesús, no fue alcanzada por el pecado original sino que, desde el primer instante de su concepción, estuvo libre de todo pecado.
La definición de este dogma fue desarrollada por el papa Pío IX en 1854.
El papa Francisco, que a primeras horas de esta tarde realizará una ofrenda floral a la imagen de la Inmaculada que se erigió en 1857 en la Plaza de España, animó a los presentes a unirse espiritualmente a él en "este peregrinaje, que es un acto de devoción filial a María, para encomendarle la ciudad de Roma, la Iglesia y la humanidad entera".
Y después de saludar y desear un "buen almuerzo" como es habitual, el papa Francisco se despidió con un "hasta pronto" en alusión al peregrinaje que realizará a la Plaza de España en unas horas. EFE