DPA
España tiene un problema con su historia reciente que no viene dado por la Guerra Civil (1936-1939) que partió en dos el país, sino por los casi 40 años de dictadura de Francisco Franco (1939-1975) que siguieron al conflicto armado.
Es la tesis principal que se extrae al conversar con el historiador Julián Casanova, uno de los nombres de referencia a la hora de abordar el enfrentamiento bélico cuando se cumplen 75 años de su final el próximo martes 1 de abril.
"Sin una dictadura de 40 años, esto no pasa". Con "esto", el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza (Teruel, 1956) se refiere en entrevista con dpa a la incapacidad de España para gestionar su memoria.
La cuestión de las dos Españas en las que la Guerra Civil dividió el país se superó hace tiempo, asegura. "El problema es la cantidad de gente que defiende que hay que olvidar aquello".
"Un país que es incapaz de sacar los restos de las víctimas de las cunetas, que es incapaz de llevar adelante un proceso como el que quería Baltasar Garzón, tiene problemas. Y no es por la Guerra Civil, sino por la dictadura", señala.
El conflicto estalló con el fracaso del golpe de Estado que un grupo de militares, entre ellos Franco, dio el 17 de julio de 1936 contra la II República. Pero que nadie crea que la República, por muy convulsa que fuera, condujo a la guerra.
"Ese argumento que hay en España es realmente machacón por la propaganda de los vencedores, pero falso. Nadie puede fijar esa relación causa-efecto: aparte de estar cometiendo un error histórico, educativamente está fastidiando el entendimiento de la sociedad civil", dice.
Durante 839 días se enfrentaron visiones irreconciliables, con un balance de 550.000 muertos, 155.000 de ellos en las retaguardias. Contando los que murieron en las cárceles y por la represión franquista posterior, son más de 600.000.
"En todas las guerras civiles, los vencedores pasan el cuchillo a los vencidos. El problema es cuando les pasas el cuchillo hasta noviembre de 1975 (cuando muere Franco)", señala Casanova.
El historiador habla del Partido Popular de Mariano Rajoy, que desde la oposición rechazó la Ley de la Memoria Histórica impulsada por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero para rehabilitar a las víctimas de la guerra y de la dictadura. La ONU reprochó hace poco al gobierno del PP que no busque a los desaparecidos y le instó a destinar dinero a ello y a hacerlo.
"El problema que tiene el PP es que muchos están unidos por un cordón umbilical a personas que, si no fueron verdugos directamente, estuvieron allí escuchando los disparos sin hacer nada", señala Casanova. "Se tragaban la tortura, se tragaban la violación de los derechos humanos, la aceptaban, y recordar todo eso cuesta mucho", dice sobre la dictadura franquista y la presencia en sus estructuras de familiares de políticos que hoy son parte del partido gobernante.
La división entre quienes quieren recordar, como los hijos y nietos de aquellos cuyos restos permanecen sepultados en cunetas, y quienes abogan por olvidar para superar el pasado es obra de 40 años de dictadura, según el historiador. "Si Franco hubiera sido derrocado en 1945 como todos los demás movimientos autoritarios de derecha, ultraderecha y fascistas, la guerra civil no tendría el carácter sobre la memoria que tiene en estos momentos", dice.
Critica además la falta de políticas públicas para la gestión de esa memoria, una ausencia entre cuyos motivos principales ve un desinterés absoluto hacia la historia en la mayoría de los políticos.
"¿Usted se imagina a Rajoy dando una lección sobre historia de Europa del siglo XX como hizo Barack Obama hace poco en Bruselas? Es que ni se le pasa por la cabeza", dice.
Terminada la dictadura, la Guerra Civil fue una suerte de tabú en la escuela durante los primeros años de democracia. En los años 90 comenzó a notarse un cambio, cuando en el preuniversitario se introdujo la asignatura de Historia de España. "Todas las sociedades pasan unos años hasta que son capaces de mirar con cierta libertad y conocimiento al pasado", dice Casanova, y recuerda que la Alemania de los años 50 tampoco estudiaba la Segunda Guerra ni el nazismo.
No cree que haya riesgo de que ese capítulo crucial de la historia española del siglo XX caiga en el olvido, pero aboga por que forme parte de una educación cívica para formar ciudadanos y fortalecer la sociedad. Una tarea a la que él contribuye con "España partida en dos" (Crítica, 2013), una síntesis sobre el conflicto, accesible a quienes carecen de grandes conocimientos del episodio.
"La educación cívica necesita la historia como necesita la ciencia. Y va más allá de la preparación profesional. ‘Si voy a trabajar en la fábrica, ¿para qué necesito saber de la Guerra Civil? Pues porque tú eres un ciudadano", ejemplifica.
2014-03-29