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Cuando recibió la noticia de que había ganado el Premio Cervantes de Literatura 2013, Elena Poniatowska iniciaba la promoción de su libro "El Universo o nada", "el más difícil" que ha hecho y que relata la vida de quien fue su esposo, el astrónomo mexicano Guillermo Haro.
Tal como le sucedió a su amigo Sergio Pitol -que obtuvo el premio en 2005-, el galardón, anunciado la semana pasada, le cambió la vida.
Su casa, ubicada en tranquilo barrio del sur de la capital mexicana, se ha vuelto "un torbellino", dijo en entrevista con la agencia dpa, mientras esbozaba una sonrisa y arrugaba su pequeña nariz, un gesto muy característico de la escritora.
En esa misma vivienda llena de libros, fotos y regalos, la autora compartió más de 20 años con Haro, padre de dos de sus tres hijos y a quien le dedica su nueva obra, "El universo o nada" (Seix Barral).
"Fue muy difícil este libro por el sentimiento que implicó hacerlo, porque mi esposo murió hace 20 años. Al ver sus cartas yo sentía que quizás no lo había conocido tan bien o no me había dado cuenta en ese momento de su trascendencia e importancia", confesó.
Tras escribir casi 50 libros y dedicarse al periodismo a lo largo de seis décadas, la creadora de "Fuerte es el silencio" y "Tinísima" es consciente de que al escribir de alguien tan cercano "se pierde mucha objetividad".
Haro y Poniatowska, entre quienes había 19 años de diferencia, se conocieron en 1965, cuando ella fue a entrevistarlo para el diario "Excélsior".
Él fundó el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica de México, además de descubrir "los objetos Herbig-Haro (HH)", nebulosas asociadas con estrellas recién formadas.
La imaginación de una escritora y la precisión de un científico pudieron convivir "primero por el amor" y luego "por la ausencia constante de él", explica la periodista, cuyos reclamos por la soledad involuntaria quizás impidieron que reconociese "su valiosa labor en pro de la ciencia".
El "estrellero" nacido en 1913 creció en una época en que las mujeres estaban aún muy lejos de la ciencia, aunque convivió con figuras excepcionales como la actriz María Félix, la pintora Frida Kahlo o las hermanas Nellie, escritora, y Gloria Campobello, bailarina y coreógrafa.
Al final de sus días, plantea Poniatowska, Haro vio a las científicas "con sorpresa y admiración e incluso las apoyó para que fueran a estudiar a Estados Unidos".
Para reconstruir la historia del astrónomo su viuda buscó en su archivo personal y leyó cartas, fueran de parientes, colegas, hijos, amigos, de amor o de personajes como el escritor Octavio Paz.
En ellas Poniatowska descubrió a "un excelente escritor", un hombre adelantado a su época, un humanista, un promotor de la ciencia y la educación en México.
Lo que la impulsó a contar la vida de Haro fueron los hijos de ambos, Felipe y Paula, "porque lo conocieron poco". Luego agregó otra razón: "A los científicos se les olvida, se les toma poco en cuenta porque no se hacen publicidad. Tal vez porque nadie entiende su trabajo".
"Antes hice la novela ‘La piel del cielo’, que ganó el (Premio) Alfaguara en 2001. En ella yo usaba algo de su niñez y de su juventud, todo lo demás era ficción. La gente creía que era sobre él, pero no fue así y pensé que le debía una buena biografía más exacta", explicó la escritora.
Ahora tiene en el tintero una novela sobre Lupe Marín, la segunda mujer del muralista Diego Rivera, "un personaje formidable, valiente, que quedó opacada por Frida Kahlo".
A sus 81 años la ganadora de reconocimientos como el Rómulo Gallegos 2007, nominada en 2009 al Premio Príncipe de Asturias de las Letras, no piensa en el retiro. Lo que más desea es seguir haciendo periodismo "hasta el final".
"Yo quería hacer periodismo, no puedo dejarlo, pero ahorita no puedo, no me han dejado (ríe). Voy a seguir haciendo periodismo porque es mi vida", aseguró, "para luego narrar que un día antes estuvo en el Palacio de Bellas Artes con un escritor totonaco (grupo étnico mexicano) "que dijo cosas muy interesantes".
"Quisiera hacer un artículo sobre eso porque grabé la conferencia. Quiero que se publique, pero mire…", dijo, invitando con la mirada a ver a su alrededor donde estaban una representante editorial, un fotógrafo, un camarógrafo y otras tantas personas reunidas en la sala de su hogar.
Tal es su apego al periodismo que cuando reciba el Premio Cervantes, el 23 de abril de 2014, dedicará su discurso a los periodistas, dijo, "porque yo soy periodista y porque en esta época ser periodista (en México) es muy difícil".