La fiesta de Año Nuevo es la mayor de Japón, y millones de personas se apiñaron en trenes para cambiar las ciudades por sus localidades natales donde disfrutar de platos de fideos, que simbolizan longevidad, mientras ven el concurso anual de canciones Red and White NHK.
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A medianoche, las familias se abrigaron para visitar los templos de barrio, donde enormes campanas de bronce señalaron el inicio de 2016.
Tokio estuvo bajo alerta por motivos de seguridad este año, con carteles en el metro y otros espacios públicos que advertían a la gente mantener los ojos abiertos para detectar paquetes o actividades sospechosos.