AGENCIA AP
Es un momento que marca cuánto tiempo ha pasado desde que el presidente John F. Kennedy fue asesinado pues, para entonces, la televisión era considerada como un medio joven. Con el tiroteo que acabó con su vida en Dallas, la televisión se hizo adulta.
La cobertura de ese fin de semana de un noviembre de hace 50 años al fin ofreció la oportunidad para que la televisión pudiera cumplir con su gran promesa. Podría ser "más que un montón de cables y luces que salían una caja ", en palabras del periodista Edward R. Murrow, y no sólo el " vasto terreno baldío", como la etiquetó dos años antes el entonces presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones, Newton Minow.
Enfrentada a un reto sin precedentes, la televisión podría servir un servicio público incalculable. Podría mantener unido al país: los estadounidenses se citaron a hacer parte de una vigilia que se emitía en una pantalla y reunirse frente a un electrodoméstico. En efecto, las emisiones continuas de los tres canales de televisión proporcionaron a Estados Unidos un sentido de unidad, una oportunidad para hacer un duelo colectivo y una sorprendente cercanía a los televidentes de ser testigo de primera mano de eventos que ocurrían a larga distancia.
La televisión hizo una crónica exhaustiva de la muerte, velación y entierro de JFK, y mostró a sus espectadores las últimas escenas de una carrera política que se hizo trizas mientras se iniciaba la era del video.
En vida, pero en especial en su muerte, John F. Kennedy cambió la televisión para siempre.