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Un clérigo de la Iglesia católica que ganó una apelación en su condena por un caso de abuso sexual salió el jueves de una prisión estatal tras 18 meses de reclusión.
Monseñor William Lynn partió del reclusorio de Waymart, en el noreste de Pensilvania, dijo la vocera de la prisión Terri Fazio. Fue trasladado a una cárcel municipal, donde se le colocará un brazalete electrónico de monitoreo.
Tras ello será puesto en libertad, seguramente bajo la custodia de un familiar, dijo uno de sus abogados.
El abogado, Thomas Bergstrom, se negó a indicar dónde vivirá su cliente en Filadelfia mientras la fiscalía apela el fallo de la Corte Suprema.
Lynn, de 62 años, fue el primer funcionario eclesiástico estadounidense en la historia en ser acusado de ocultar las quejas de abuso sexual de niños cometido por sacerdotes. Fue la figura central de esas denuncias en Filadelfia entre 1992 y el 2004.
La fiscalía le acusó de un delito grave por poner en peligro el bienestar de un menor. Sin embargo, la corte de apelaciones falló que la ley que existía en el aquel momento no abarcaba a personas que no supervisan directamente a los niños.
Los abogados de Lynn, incluidos Jeffrey Lindy y Alan Tauber, utilizaron ese argumento incluso antes de que fuera acusado formalmente en 2011, pero la juez M. Teresa Sarmina ordenó que se efectuara un juicio.
La arquidiócesis de Filadelfia ha estado bajo la atención de la fiscalía municipal desde el 2002, cuando estalló en Boston el escándalo de los abusos sacerdotales. Lynn, el cardenal Anthony Bevilacqua y otros funcionarios eclesiásticos — acompañados por sus abogados — fueron interrogados durante días por un jurado investigador anterior que emitió un demoledor informe en el 2005, pero al mismo tiempo concluyó que no podían presentarse cargos.
La fiscalía intentó procesarlo de nuevo por conducto del fiscal de distrito Seth Williams, que acusó a tres sacerdotes con nuevos cargos de agresiones sexuales en el 2011 y a Lynn de proteger a los acusados al ocultar quejas en archivos secretos. Bevilacqua, para entonces frágil y anciano, era un testigo potencial en el caso de Lynn pero falleció antes del juicio.
En esa época, su sucesor, el cardenal Anthony Rigali, fue reemplazado en Filadelfia por el arzobispo Charles Chaput.
Chaput visitó dos veces a Lynn en prisión y dijo que ninguna persona debería ser el chivo expiatorio por la crisis de los abusos. Bergstrom, su abogado, indicó que Lynn ha sido transformado justo en eso.
"Obviamente hay razones para creer que eso es lo que ocurrió aquí", dijo Bergstrom.
Durante su audiencia de sentencia en julio del 2012, Lynn dijo a Sarmina que hizo todo lo posible para encarar el problema de los abusos sexuales. También lamentó haber subido de puesto en la jerarquía de la arquidiócesis.
"Soy un sacerdote parroquial. Debería haber seguido siéndolo", insistió Lynn.
La declaración de culpabilidad de Lynn se deriva de la transferencia del sacerdote acusado Edward Avery a una nueva parroquia, donde posteriormente fue acusado de violar a un ex monaguillo en la sacristía. Avery se declaró culpable y cumple una condena de entre 2 ½ y cinco años de cárcel.
Un portavoz de la arquidiócesis no respondió de inmediato a una solicitud para que proporcionara sus comentarios al respecto.