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Varios familiares de los tripulantes del submarino argentino desaparecido hace 15 días pidieron ser querellantes en la causa judicial que investiga el hecho para asegurarse de que se conocerá “la verdad” sobre lo ocurrido a la nave.
Luis Tagliapietra, padre de Alejandro, uno de los submarinistas del ARA San Juan, dijo el jueves a The Associated Press que participa en la causa debido a que le genera desconfianza la manera en la que la Armada ha desarrollado la búsqueda del submarino y cómo ha informado sobre ello.
“Han ocultado, han mentido, han tergiversado datos y me hizo perder la confianza tanto en las personas que comunican como en el propio comandante en jefe” de la fuerza, dijo Tagliapietra desde la localidad sureña de Caleta Olivia, donde se reunió con la jueza federal Marta Yáñez, quien investiga la desaparición del ARA San Juan.
Alejandro Tagliapietra, de 27 años, estaba terminando su especialización en armas submarinas en la nave, de la que se perdió todo registro en aguas del Atlántico sur.
Familiares de otros siete tripulantes han solicitado ser querellantes, afirmó el padre del submarinista, quien es abogado, y dijo que tomó conocimiento del expediente penal, caratulado como “averiguación de delito”.
También señaló que realizó algunos aportes ante la magistrada que fueron recabados de amigos y familiares de los tripulantes, así como de documentación y testimonios que podrían ser de utilidad. Asimismo, pidió una serie de medidas para “resguardar” pruebas sobre las comunicaciones en el submarino y el mantenimiento del mismo.
El abogado no quiso dar más detalles pero subrayó que uno de los objetivos es recabar toda la información posible sobre los momentos previos al viaje del submarino y hasta el día de la fecha.
El submarino diésel eléctrico clase TR-1700 de fabricación alemana y operativo desde 1985 desapareció cuando navegaba desde Ushuaia, en el extremo austral de Argentina, hacia su base en Mar del Plata, 400 kilómetros al sur de Buenos Aires, tras participar de un ejercicio de adiestramiento.
Ocho buques concentran sus esfuerzos en rastrear el fondo marino a través de sonares en un área de 40 kilómetros de radio señalada como el lugar donde se encontraría el ARA San Juan. Esa zona comprende el lugar donde el 15 de noviembre se produjo una explosión pocas horas después de registrarse la última comunicación con tierra de la nave.
Tagliapietra cuestionó a la Armada porque, entre otras cosas, primero comunicó a los familiares “que solamente había habido un problema de comunicación del submarino… pero gracias las filtraciones de los medios terminaron reconociendo una avería”. Sin embargo, la fuerza sostiene que no oculta datos.
La Armada informó que el 15 de noviembre el ARA San Juan había informado de la entrada de agua de mar cuando realizaba el snorkel y estaba cargando baterías. El agua se dirigió por el sistema de ventilación a una bandeja de conexión de las baterías de proa provocando un cortocircuito y humo sin llamas que, según se reportó desde la nave, fue subsanado, lo que determinó que siguiera navegando en inmersión hacia Mar del Plata.
Horas después se produjo una explosión que fue detectada por la Organización para la Prohibición Total de Pruebas Nucleares (CTBTO, por sus siglas en inglés).
Tagliapietra relató a periodistas el 24 de noviembre que un jefe de su hijo le había informado por teléfono de la explosión y que le había indicado que eso implicaba que todos los tripulantes estaban muertos. Pero oficialmente, la Armada afirma que está abocada a la búsqueda del submarino y no reconoce la muerte de ningún submarinista.