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El papa Francisco ha lavado y besado los pies de refugiados musulmanes, ortodoxos, hindúes y católicos, a quienes llamó hijos del mismo Dios, en un gesto de bienvenida a la hermandad y en un momento en que musulmanes e inmigrantes son blancos de odio tras los ataques de Bruselas.
El papa Francisco denunció la masacre como un "gesto de guerra" perpetrado por gente sedienta de sangre endeudada con la industria de armas, durante una misa de Pascuas para solicitantes de asilo en un centro de refugiados en Castelnuovo di Porto, en las afueras de Roma.
El rito del Jueves Santo representa el lavado de pies que Jesús hizo a sus apóstoles antes de ser crucificado y se considera un gesto de servicio. El papa Francisco contrastó el gesto con el "gesto de destrucción" perpetrado por los agresores de Bruselas.
"Tenemos diferentes culturas y religiones, pero somos hermanos y queremos vivir en paz", dijo el papa Francisco en la homilía, que celebró de forma improvisada en el patio del centro.
Varios de los migrantes sollozaron cuando el papa Francisco se arrodilló ante ellos, bañó sus pies con agua bendita de un jarro de latón, los secó y besó.
El papa Francisco fue recibido con un cartel que decía "Bienvenido" en una gran variedad de idiomas mientras caminaba por un pasillo improvisado para celebrar la misa al exterior.
Pero solo una fracción de las 892 personas en busca de asilo que viven en el albergue asistieron y muchos de los asientos quedaron vacíos. Aunque al finalizar la misa, el papa Francisco saludó a cada refugiado, uno por uno, posó para tomarse fotos y recibió notas.