AP
Policías armados con gases lacrimógenos, proyectiles de caucho y granadas aturdidoras dispersaron a trabajadores en huelga en una estación del metro el viernes, acrecentando los temores de que los conflictos laborales pudieran alterar el desarrollo de la Copa del Mundo que comienza aquí en seis días.
Al menos tres sindicalistas sufrieron heridas en el choque en Sao Paulo, dijo el dirigente obrero Paulo Iannone.
Empleados del metro y trenes urbanos realizaban la segunda jornada de una huelga por aumentos de salarios que no tiene visos de finalizar rápidamente. Al anochecer el viernes, las autoridades y el sindicato informaron que no habían alcanzado un acuerdo para poner fin a la huelga, lo que significa que la protesta continuará el sábado.
Esto preocupa a las autoridades porque la mayoría de los aficionados que vayan al partido inaugural de la Copa el próximo jueves lo harán en el metro.
Los organizadores temen que un resurgimiento de las protestas masivas contra el gobierno altere el desarrollo del torneo principal del fútbol, para colmo a la vista de todo el mundo.
Pero en las últimas semanas, una serie de huelgas del transporte público, la policía, los docentes y otros han provocado mayores trastornos que las manifestaciones.
Si se prolongan estas huelgas, "habrá caos durante el Mundial", dijo Carla Diéguez, de la Facultad de Sociología y Política de la Universidad de Sao Paulo.
"Lo que no sabemos es cuánto durará la huelga (del metro) y si trabajadores en otras ciudades donde habrá partidos también irán a la huelga", dijo Diéguez.
Los sindicatos en Brasil están aprovechando la Copa para arrancar concesiones a las autoridades, como ha sucedido en otras grandes justas deportivas. Días antes del Mundial 2010 en Sudáfrica hubo una huelga de conductores de autobuses.
Hasta ahora generalmente han resultado efectivas, como en el caso de los agentes de policía y recolectores de basura en Río de Janeiro, que obtuvieron aumentos salariales.
Los sindicatos sostienen que la inflación está reduciendo el poder adquisitivo de los trabajadores. La agencia de estadísticas oficial dijo el viernes que el índice de precios al consumidor aumentó 6,37% en 12 meses hasta fin de mayo.
El ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, apeló al orgullo nacional al pedir a los huelguistas que regresen al trabajo antes del Mundial.
"Queremos sentirnos orgullosos de nuestro país", dijo Cardozo. "Dentro y fuera del campo de juego, debemos demostrar de qué somos capaces".
Los sindicatos brasileños son fuertes y paran con frecuencia para reclamar mejores salarios y condiciones de trabajo.
El expresidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva se proyectó inicialmente a la escena nacional como un combativo sindicalista metalúrgico, dirigente de huelgas masivas que debilitaron la dictadura militar. Posteriormente fundó el Partido de los Trabajadores, hoy gobernante, que mantiene lazos fuertes, aunque a veces tensos, con los sindicatos.
Las movilizaciones sindicales no se limitan a Sao Paulo.
Docentes en huelga en Río de Janeiro paralizaron el tráfico durante la hora pico del jueves al bloquear las principales avenidas.
En abril, un paro policial de dos días en la ciudad sede nordestina de Salvador provocó un brusco aumento de homicidios y robos. Una semana antes, la policía paró en Fortaleza, otra sede de la Copa, que fue escenario de saqueos multitudinarios durante dos días.
Las huelgas policías han afectado además a Sao Paulo, Manaos, Recife y Belo Horizonte.
Agentes de la policía federal, que vigila la inmigración en los aeropuertos internacionales, y de las policías estatales, responsables de mantener el orden en las calles, han dicho que podrían parar durante el Mundial a pesar de una orden en contrario de la Corte Suprema.
Las autoridades y la justicia se han mostrado incapaces de obligar a los empleados públicos de servicios esenciales para el Mundial a asistir a sus trabajos.
Las medidas de fuerza sindicales han desplazado como motivo de preocupación las protestas provocadas por los miles de millones de dólares invertidos en la Copa en momentos que las escuelas, el sistema de salud y el transporte público padecen de escasez de fondos.
El año pasado se produjeron enormes manifestaciones en decenas de ciudades durante la Copa Confederaciones, un torneo que sirve de fogueo para el Mundial. En una sola noche salieron un millón de personas a manifestarse en diversas ciudades.
Pero las protestas, que se repiten casi a diario, son mucho menos concurridas que hace un año.
La huelga del metro paulista es una muestra de las posibilidades que tienen de trastornar el Mundial. Los más de 3,5 millones de personas que usan el transporte público en días de semanas tuvieron que lidiar con el caos provocado por el paro, que afectó totalmente a dos de las líneas del metro y parcialmente a las otras tres.
"Esto es oportunismo. Quieren un aumento de salarios y usan el Mundial como herramienta", dijo con enfado el conductor de camiones Pedro Araujo. "Sí, queremos pelear por nuestros derechos y por lo justo, pero no de esta manera, que afecta a todos".
2014-06-06