La luna de miel del pueblo y el presidente del Perú, Ollanta Humala, parece terminada, y de la peor forma. Miles de personas se preparan para expresar este fin de semana repudio a un gobierno que llega a los dos primeros de cinco años de gestión.
El mandatario, coinciden analistas, luce solo. La izquierda le quitó respaldo y lo acusa de traicionar promesas, y la derecha, lejos de extenderle un cheque en blanco a su cambio de rumbo, lo prueba a diario y lo sigue mostrando como una especie de Hugo Chávez solapado.
"A dos años de haberse iniciado el mandato de Humala, el suyo ya califica como mediocre y no muestra indicios de que vaya a enmendar. La impericia del presidente, de su esposa (Nadine Heredia, tildada de extremadamente influyente) y de su entorno es francamente pasmosa", se lamenta el analista liberal Juan Carlos Tafur.
"Aunque Humala no parezca reconocerlo, el aislamiento político tiene costos. El gobierno carece de figuras de peso capaces de defender sus políticas en público o de influir en la opinión. Tampoco tiene gente con capacidad política para negociar con los empresarios, los sindicalistas, los movimientos sociales", advierte el académico estadounidense Steven Levitsky.
"Si sigue aislándose, el mejor escenario será un gobierno mediocre, sin demasiados logros, que llegará cojeando a 2016″, añade.
Humala, teniente coronel en retiro del Ejército, llegó al poder en 2011 con muchos interrogantes, y lo logró al parecer menos por méritos propios que por ser la "salvación" ante la derecha radical de Keiko Fujimori, la otra candidata. Un pasado beligerante, con corazón chavista incluido, hizo que muchos temieran perder las libertades políticas y económicas.
Pero eso no pasó y Levitsky lo muestra a través de organizaciones no gubernamentales estadounidenses: Freedom House encontró que con Humala las libertades civiles mantuvieron la misma calificación y la proempresarial Fundación Heritage señaló que en el actual gobierno incluso aumentaron las libertades económicas.
El crecimiento económico continuó y Humala navegó durante más de año y medio sobre una popularidad que no conocieron sus antecesores Alan García y Alejandro Toledo. Analistas advirtieron que estaba en "piloto automático", que las reformas que se necesitaban no se hacían y que había desgaste, pero el gobierno cayó en un especie de autismo que algunos definen como soberbia.
La falta de liderazgo, el protagonismo de Heredia y la apariencia de que alistaba la candidatura para 2016, el mutismo de funcionarios, la supuesta "debilidad" ante el gobierno venezolano, un leve descenso en el ritmo de crecimiento, las peleas con casi todos los partidos y una ofensiva mediática en contra están, entre otros factores vistos por comentaristas, entre las causas que cambiaron el panorama.
La aprobación popular que pasaba fácil de un 50 por ciento, cuatro meses después apenas supera el 30. Para completar, el gobierno se vio afectado por la participación protagónica de su bancada en la impopular "repartija" de cargos públicos que hizo el Congreso y que desató fuerte resistencia en calles y redes sociales.
"Lo sucedido en el Congreso ha sido el detonante para un confuso pero creciente sentimiento de hartazgo, derivado además de escándalos en que han estado involucrados García y Toledo. Se trata de un cuestionamiento a la élite política en conjunto, muy grave y de consecuencias imprevisibles", dice el politólogo Martín Tanaka.
En un país presidencialista como el Perú, la reacción contra la clase política tiene en el jefe de Estado al principal referente para descargar iras. Y si éste suma resistencias por un cansancio con sus formas, por la falta de resultados y por el crecimiento de problemas prioritarios como la inseguridad ciudadana, la cosa empeora.
El presidente del Consejo de Ministros, Juan Jiménez, asegura que según estudios del gobierno ya se ha cumplido un 74 por ciento de las promesas electorales. Pero la lectura no solo de las clases populares sino de una cada vez más grande y participativa clase media, parece distinta. El pírrico "consuelo" es que a la oposición no le va mejor.
El Perú estará el domingo pendiente del informe de Humala por su segundo año. Pero alternará con lo que ocurra en las calles, donde la gente quiere hacerse oír. Humala no parecía hacer mucho para seguir en luna de miel y ahora habrá que verlo en un escenario hostil. /DPA