Agencia AP
Hiroo Onoda, el último soldado del imperio japonés que estuvo oculto en la jungla de las Filipinas y se rindió 29 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, ha fallecido. Tenía 91 años.
Onoda murió el jueves en un hospital de Tokio después de ser atendido brevemente. El portavoz del gobierno Yoshihide Suga expresó el viernes sus condolencias y elogió a Onoda por su vigoroso deseo de vivir y su espíritu indomable.
"Después de la Segunda Guerra Mundial, el señor Onoda vivió en la selva durante muchos años y cuando regresó al Japón, sentí que finalmente la guerra había terminado. Eso es lo que sentí", agregó Suga.
Onoda era un agente del servicio de espionaje que dejó de ocultarse, en la isla de Lubang de Filipinas en marzo de 1974, el día que cumplió 52 años. Erguido pero demacrado, llevaba puesto su uniforme con innumerables parches. Se rindió sólo cuando su ex comandante llegó al lugar donde se había quedado para anular la orden que le dio en 1945 de que se quedara rezagado y espiara a las fuerzas estadounidenses.
Onoda y otro soldado de la resistencia de la Segunda Guerra Mundial, el sargento Shoichi Yokoi, quien salió de su escondite en la selva en 1972, tuvieron bienvenidas multitudinarias de héroes al regresar a su país.
Antes y durante la guerra, a los japoneses se les enseñó absoluta lealtad a la nación y al emperador. Los soldados del ejército imperial observaban un código según el cual la muerte era preferible a rendirse.
Onoda se negó a rendirse pese a que por lo menos en cuatro búsquedas sus familiares se lo pidieron a través de altavoces y le lanzaron volantes en vuelos instándole a que se rindiera.
En su rendición formal ante el presidente filipino Ferdinand Marcos, Onoda vestía su uniforme del ejército imperial de hacía 30 años, su gorra y espada, que seguían en buen estado.